Pero ¿existen billetes de 100 euros?

LA INFORMACIÓN, que leímos sentados para no acabar en el suelo, decía con ese laconismo que pone los cabellos de punta, como cuando se nos anuncia la demanda que hace el BBVA al Gobierno para que suba el precio de la energía a los consumidores, que somos nosotros, los del antiguo candil: El Gobierno de la nación, ya sin el apremio de buscar a los de la ETA para dar con todos en la cárcel, se ha lanzado a investigar «la excesiva y sospechosa proliferación de billetes de 500 (quinientos) euros, lo que hace suponer -ellos sabrán por qué- una actividad de blanqueo de dinero que nos tiene en vilo. Sobre todo porque se puede asegurar que de los cerca de doscientos mil habitantes censados en la capital de León, no serán más de cien poderosos los que puedan dar razón de la existencia de billetes de tan exorbitante cuantía. Sobre todo porque recuerdo entre mis experiencias, aquella vez que se me ocurrió presentar un billete de 100 euros, recién recibido como parte de mi remuneración mensual, y el comerciante, y sin embargo amigo, del barrio me miró a los ojos y me dijo: «Supongo que no se lo habrás robado a tu padre». «Pues no», repuse, el billete es mío y si no pregunte usted al cura de la parroquia». En vista de lo cual y de la cara de chico bueno que ponía, me aceptó el billete y me despachó el pan y la leche, como cada día. Pero, ante el espectáculo que al parecer se está dando en León con los billetes de 500 euros, pienso que si en lugar de presentar para mi compra un billete de cien euros, que al parecer es talón que «anda mucho» como se decía cuando coleccionábamos animales de la selva en tapas de cajas de cerillas. La alarma de esta invasión dineraria parece ser que alguno de los listos que manejan la aguja de marear la perdiz, achacan este fenómeno a los inmigrantes de patera, pero así que se corrió la voz, la policía se adelantó para asegurar que no, que los que desembarcan o son arrastrados hasta Fuerteventura por ejemplo, no han visto un billete de quinientos euros en todos los años que tienen de perra vida y no falta algún ecuatoriano que asegura que si sospechara la presencia de alguno de estos papeles prodigiosos en León formaría una banda para dar con él y mostrarle al público como fenómeno de feria. Los técnicos financieros más sagaces y más piadosos, aseguran que tales billetes no existen, que son una invención que se le ha podido ocurrir, quizá a Pereira, el de los cuentos famoso, pero que en la vida real no existen. Para cerciorarme de la notoriedad del infundio, corrí a preguntar a los comerciantes de mi calle, establecimiento naturalmente sin marca, con una o dos tiendas de chinos, todo a cien, y fui preguntando. Nadie había visto nunca jamás un billete de quinientas pesetas, cuando más uno de 500 euros. Pero no desconfío de que me será dado algún día conseguir un billete de esos y entonces no es que sea más feliz, pero se me abrirá una sonrisa como la de la Gioconda. Y es que estoy convencido de que el dinero, aunque esté representado en billetes de 500 euros, no da la felicidad. ¿O sí?