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DICEN los evangelios no se qué de los fariseos que acuden al templo haciéndose preceder por trompetas. De cornetas no dice nada; tranquila, pues, la compañía. Resueltos los preparativos, procedamos: Al ropón bendito. Al raso en túnica. Al terciopelo en capas. Al oro en lágrimas. A la purpurina del dorado mentiroso. A la cera de la que arde. A la pasamanería. Al entorchado. Al floripondio espeso. Al tararí persistente hasta irritar. Al desfile militarizado («...y en filas indias, detrás y delante, nazarenos... nazarenos, nazarenos... unos tres mil, indio más, indio menos...», dice una copla sevillí que recolectó Antonio Burgos). Al orden jerárquico. A la bulla no rezada. Al rezo que sólo es bulla. A beber. A componerse. A enhebrar reojos. Al claqué del compás. A matar hebreos (pero ¿por qué está usted afostiando con tanta saña a ese pobre turista judío que pasaba por aquí?... pues porque los judíos mataron a Nuestro Señor... calma, buen hombre, eso fue hace dos mil años... ya, pero yo me enteré anteayer). A la turbamulta. Al santo de palo. A la virgen que llora esmeraldas. Al santo que mea perdones. A tapar la calle, que no pase nadie. A la barra y pónganos seis cacharros. Al capirote y al que le vuelve tonto. A la teoría del cuerno rogándole al padre eterno que nos libre del infierno. Al bacalao con huevos duros. Al pimentón que todo lo pinta y los malos sabores oculta. Al paso. Al doble paso. Al paso que baila el pasoboble. Al aplauso al Cristo que sube al Gólgota (¿celebrarán así que se lo carguen?). A la corona de rubíes. Al palio recamado con flecos de plata. Al guiño de acera. Al velón. Al porrompompón. Al mogollón. Al tajadón. A la fe delirante. A delirar los que están allí sin fe ni dios que la fundó. A las nubes con el paso. Al cielo con el mazo y los maceros. A concejalear con banda y todo. A la ronda y al puterío magdaleno. Al unicornio, al bicornio y al tricornio. Al no estés eternamente enojado. A la sangre seca y a las llagas. Al viva la muerte. Al tambor, dale al tambor, dale al tambor, dale al tambor, dale al tambor... Al incienso mutuo. Al «dale cera, que es cofrade». Al campanil mujeril y paponil. A la papona mujerona. A papar de papo. A la foto. Al gatuperio entre rivales. Al cristazo en la crisma. Al ruido, al puto ruido... Y a misa. Vamos. ¿A misa?; no jodas, tú, que soy cofrade de toda la vida.

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