Diario de una aventura Desafío extremo Lhotse (8.516 metros)
Muerte en la pared de hielo
La cascada de hielo del Solu Kumbu se cobra la vida de tres serpas e impide al montañero leonés y a toda la expedición poder atravesarla para dejar el campo base
Estimados lectores, una vez más no tenía que estar escribiendo esta crónica, pues no me tocaba. Os prometí que escribiría cuando regresara del campo I o incluso del campo II. Pero todavía nadie en el campo base ha podido atravesar la cascada de hielo del Solu Kumbu. Este año se niega a que escalemos sus verticales hielos. Han ocurrido acontecimientos muy desagradables. El día 21 fallecieron tres serpas en esa cascada y hubo además numerosos heridos de diversa consideración. Os pongo en antecedentes. Como recordaréis nos han caído unas nevadas fortísimas, y todos los manuales de montaña dicen que al menos cuando salga el sol hay que esperar un mínimo de tres o cuatro días para que el manto de nieve se transforme y estabilice. Pero, ¿qué ha ocurrido? Llevamos muchos días en el campo base todos los grupos de escaladores que ansían la cima del Everest y Lhotse, y la paciencia no es precisamente una virtud occidental. Los serpas avisaron de los potenciales peligros de escalar esta siniestra cascada de hielo con esa gran cantidad de nieve, pero dos grupos de expediciones comerciales (empresas que pagando una verdadera millonada prometen un mayor nivel de éxito que si te planteas la escalada por tu cuenta), los dos con gran experiencia en el Everest, se pusieron nerviosos y forzaron a sus serpas a abrir la huella con sólo un día de espera tras las fuertes nevadas. Conclusión: en la parte alta de la cascada, un enorme témpano de hielo del tamaño de un edificio, se desplomó al paso de los serpas y se les vinieron encima miles de toneladas de hielo y nieve enterrándoles sin la menor posibilidad de un rescate. Allí permanecerán en sus tumbas de hielo hasta que dentro de algún tiempo el movimiento del glaciar aflore los cuerpos. Ahora ya tenemos las primeras víctimas, tres jóvenes serpas que dejan familias e hijos, además de numerosos heridos. Por desgracia yo conocía a dos de los serpas fallecidos y el día anterior -si recordáis mi crónica- había invitado a Apa Serpa (récord del mundo de ascensos al Everest con 15 ascensiones) a comer a mi campamento, y le acompañaba su cuñado, también serpa, y otro familiar más, también serpa. Ambos trabajaban en su equipo. Pues estos dos serpas son dos de los fallecidos. Imaginaros mi estado de ánimo. Solo veinte horas antes hemos comido juntos y ahora están muertos. Ayer fue un día muy duro para mí, terrible. He llorado con mi amigo Apa Serpa la muerte de sus familiares y compañeros. También se ha dado la casualidad que otro de los fallecidos es el cuñado de mi serpa, y éste a su vez está desolado. He compartido con él momentos también muy duros, y le he dicho que se puede marchar, con su familia, que ya me arreglaré, pero su respuesta ha sido tajante: «¡No¡. Yo he venido a escalar el Lhotse contigo, y eso es lo que voy hacer». Su respuesta no deja dudas, pero yo me pregunto si es humano. Esta gente de otra pasta me han convencido que hay que reponerse ante la adversidad, y que su pueblo ha visto caer a muchos de los suyos, pero la vida continúa, y es su trabajo, y además un orgullo para su raza escalar estos picos de más de 8000 metros. Por eso hoy quiero dedicarles todo el protagonismo a los serpas, a mi serpa. También quiero dejar claro que si se interpretan correctamente las señales que nos envía la montaña, los riesgos se minimizan considerablemente. He dedicado media vida a escalar montañas y nunca he sufrido un accidente. Sé que soy afortunado, pero también sé calcular los riesgos, y atacar a la montaña en el momento justo, y con determinación. Hoy mi más sentido pésame a los amigos serpas muertos. Mañana me toca escalar la cascada de hielo del Kumbu e instalar como mínimo el campo I a 6.000 metros. ESCRIBE: