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El día en que la URSS enmudeció

Las autoridades soviéticas tardaron casi dos días en admitir la catástrofe y mantuvieron durante 36 horas a la población expuesta a niveles de radiación 40 veces superiores a los normal

Publicado por
R. Romar - redacción
León

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La alarma se disparó a las nueve de la mañana del lunes 28 de abril de 1986 en la central nuclear sueca de Forsmark, a 100 kilómetros de Estocolmo. Los contadores geiger registraron niveles de radiactividad 14 veces superiores a lo normal. Pri-mero se pensó en un escape en la propia planta, pero un exhaustivo control desbarató tal posibilidad. ¿Qué había pasado? La explicación llegó doce horas después a través de un escueto comunicado del consejo de ministros de la extinta URSS. Después de dos días del más absoluto secreto, el mundo empezó a enterarse, aunque a cuentagotas, de que en el reactor número 4 de la central atómica de Chernóbil (Ucrania) se había producido lo que acabaría considerándose como el mayor accidente nuclear de la historia. Se había liberado la energía equivalente a 500 bombas similares a la de Hiroshima y el incendio que sucedió a las dos explosiones casi inmediatas de la instalación, que tardó diez días en apagarse, liberó material radiactivo que se extendió por Europa central e incluso Francia y Gran Bretaña. La cúpula soviética intentó desde el primer momento ocultar la tragedia y no fue hasta 36 horas después del siniestro cuando ordenó la evacuación de la población de Prípiats, la más cercana a Chernóbil, y su zona de influencia. Más de cien mil personas habían estado expuestas, sin saberlo, a niveles de radiación 40 veces superiores a lo humanamente soportable. La pesadilla madrugó La pesadilla había empezado a la una y veinte de la madrugada del 26 de abril. Y todo por un nefasto experimento en el que, paradójicamente, se pretendía probar la seguridad de la central ante un posible ataque o una catástrofe natural. Se pretendía demostrar que la electricidad producida por el alternador a partir de la inercia de la turbina sin vapor podría usarse para alimentar ciertos componentes del sistema de refrigeración de emergencia, durante períodos cortos, hasta que pudiera disponerse de gerenadores de emergencia. Pero el reactor no pudo estabilizarse, acumuló energía y explotó. Los muertos Probablemente nunca se lleguen a saber las consecuencias reales del accidente de Chernóbil. Greenpeace estima el número de muertos en hasta 200.000, mientras que los gobiernos afectados, en especial Bielorrusia, calculan que el número de fallecidos supera las 30.000 personas. Mientras, la Agencia Internacional de Energía Atómica asegura que sólo hubo 56 muertes relacionadas directamente con la catástrofe, la mayoría los llamados liquidadores, los encargados de enterrar el núcleo de la central. Sólo de Ucrania, sin embargo, murieron miles de liquidadores. Greenpeace colgó ayer de los campanarios de algunas de las principales iglesias de Suiza grandes fotografías de varios de los niños afectados por el accidente nuclear de Chernóbil. En la víspera del veinte aniversario del accidente ocurrido en la central nuclear ucraniana, la división suiza de la organización ecologista eligió esa manera de recordar el sufrimiento de las víctimas, gran parte de ellos niños, y denunciar los peligros de la energía atómica.

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