Diario de León

«Cien años pasan volando»

El elixir de Costa puede que sean las pequeñas gotitas de anís que tomaba por las mañanas en la residencia con dos de sus hermanas; quizá, sólo, las ganas de vivir

Publicado por
A. Calvo - león
León

Creado:

Actualizado:

Cuando Constanza era joven cobraba 15 pesetas por hacer una bata, por un vestido con abalorios cerca 20 duros y más de 150 pesetas por un vestido de novia, y a la que se lo hacía «se casaba antes», asegura Costa, que es como la llaman sus amigos y familiares. Ahora, con más de cien años, recuerda aquellos años de modista en Sahagún. Reconoce que no era de las baratas, pero que la ropa que ella hacía «nunca se descosía». Desde hace más de siete años vive en la residencia Oasis, en Cembranos. Allí coincidió con dos hermanas suyas y durante un año y medio, Costa, Domi y Chon compartieron experiencias. Las tres entraron por iniciativa propia. La primera y la más aventurera, Domi, que después de vivir en Nueva York, donde trabaja en un salón de alta costura, entró por el jardín de la residencia y decidió quedarse. De hecho, fue ella la que inauguró las instalaciones. Ahora ya sólo queda Costa y los recuerdos de las andanzas de las tres hermanas. Ella todavía rememora aquella botella de anís que les llevó un sobrino y que guardaban en el armario. Por las mañanas, mojaban los labios para hacer más distendidas sus conversaciones mientras cosían o leían. «Había que beber poco porque sino el aguardiente olía mucho y nos descubrían», revela picarona su elixir. Todavía le sigue gustando el vino con gaseosa y le encanta comer cocido. Costa aún se preocupa por su aspecto físico. Por el estado de su lacia melena o por tomar el sol en las piernas en los días de calor. Los collares que roba a Nuria, la gerente de la residencia Oasis, le encantan, pero asegura que sólo se pueden poner con un buen escote. Esta mujer, directa en el lenguaje y muy dicharachera, ha superado todo tipo de enfermedades. A sus cien años, hace tres meses que dejó la silla de ruedas después de una dolencia y ahora vuelve a caminar sólo con su andador. Durante muchos años vivió sola en León, pero nunca llegó a casarse. Siempre fue muy exigente con los hombres. «Tuve muchos pretendientes, buena moza sí que fui, pero nunca encontré un buen mozo que a mí me gustara. Tenía que ser alto, tener buen tipo y para bailar, casi iguales, pero el dinero no me importaba», razona Costa, aunque después también añade que ella nunca fue un buen partido, aunque sí que la piropeaban mucho, «porque no tenía ni perras ni tierras». La centenaria, entre risas, señala que descubrió tarde lo del baile, pero que una vez que lo conoció ya le cogió el gustillo, aunque nunca aprendió del todo. «De bailar lo que más me gusta es todo seguido, el pasodoble, aunque la jota no se me da mal», comenta. Sus compañeros en la residencia Oasis lo ratifican, tanto en el baile como en el cante. «Canto todo lo que sale, lo que está de moda y lo que no está», remata. Aunque Costa asegura que ella «no tenía aire» para ir con su hermana a Nueva York, sí que viajo, incluso hasta Granada y Tanger. A Costa le encanta estar rodeada de gente alegre y dicharachera como ella, «no con los setos a los que hasta les cuesta decir adiós». Por las mañanas le encanta ver el programa de salud que hay en la televisión y por las tardes, pasea por el jardín después de ver los programas del corazón, que le parecen muy interesantes. Cuando comenta su edad con sus familiares, que la visitan constantemente en la residencia, les dice que «cien años se pasan volando», ella se coloca el pelo y se acicala. Sonríe coqueta y demuestra que después de haber trabajado mucho durante toda su vida ahora puede disfrutar de la tranquilidad. Fecha de nacimiento: 15 de marzo de 1906. Lugar: Codornillos Residencia actual: Residencia de la Tercera Edad Oasis, en Cembranos.

tracking