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El cierre le costará a Unión Fenosa 170 milones, ya sufragados mediante el recibo de la luz

La nuclear de Zorita, la más antigua de España, se parará esta noche Un largo historial de incidentes

El complejo desmantelamiento de la central no finalizará hasta el año 2015

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J.V. Muñoz / A. Prádanos J.V. Muñoz / A. Prádanos - madrid madrid
León

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El corazón de la central José Cabrera de Almonacid de Zorita (Guadalajara), su reactor nuclear, dejará de latir para siempre hoy antes de la medianoche. En torno a las once y media se habrá consumado una larga operación de reducción gradual de potencia de su generador durante todo el mes y, como último trámite, el desacoplado de la planta de la red de captación eléctrica. Acabará así una trayectoria que empezó hace 38 años. La central atómica más antigua de España será ya historia, aunque lo más complejo empieza ahora. El proceso de desmantelamiento no culminará hasta 2015. El uranio del combustible gastado, almacenado a buen recaudo, seguirá emitiendo radiación por los siglos de los siglos. No es la primera central atómica que cierra sus puertas en España. Vandellós I fue devastada en 1989 por un incendio que obligó a clausurarla, pero eran otros tiempos y tanto el accidente en las instalaciones tarraconenses como el posterior desmontaje, aún en curso, no alcanzaron la carga simbólica del fin de Zorita. La planta alcarreña, un símbolo de la lucha antinuclear, es la primera finiquitada por decisión política, adoptada en 2002 por el Gobierno del PP y con el consenso de toda la oposición. Connotaciones políticas al margen, el protocolo de despiece de una central es una operación de alto riesgo por el peligro que implica el manejo del uranio y de tanto elemento irradiado. Cada paso está orquestado al milímetro, la liturgia dura años y los oficiantes cambian según las distintas etapas del proceso. La primera fase es competencia de la empresa propietaria, Unión Fenosa, vigilada de cerca por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), el organismo público encargado de la seguridad radiológica. Una vez parado el reactor y ya sin actividad de fisión atómica, se extraerán las 292 barras del combustible gastado -uranio enriquecido- mediante robots para encapsularlas después en contenedores de hormigón y acero. Todo este trámite y los preparativos para la descontaminación llegarán hasta 2009. Antes, entre este año y el que viene se habrá habilitado un Almacén de Combustible en Seco, adonde se trasladarán las barras de uranio en 2008. Descontaminación A partir de entonces entrará en juego otro actor, el liquidador final. La Empresa Nacional de Residuos Radiactivos (Enresa) se encargará de descontaminar y demoler las instalaciones. Los residuos de baja y media actividad -el 98% de todo el material y utensilios utilizados en los trabajos, uniformes, herramientas, etc- irán a parar al cementerio de El Cabril (Córdoba). El 2% restante, el combustible residual de altísima actividad, encerrado en doce contenedores ultrablindados descansará en un almacén de residuos nucleares o Almacén Temporal Individualizado (ATI) en el recinto de la central, primero. Antes de 2010 el Estado deberá construir un Almacén Temporal Centralizado (ATC) en un emplazamiento aún sin designar. A partir de 2015 las 65 hectáreas de terreno que ocupa la central nuclear de Zorita deberán estar limpias y descontaminadas. En total se habrán movido más de 95.000 toneladas de materiales, se invertirán unos 170 millones de euros en estos trabajos -sufragados de antemano por los españoles con el 0,8% de su recibo de la luz-, realizados por cerca de 70 empleados y que supondrán el primer desmantelamiento completo y programado de una central nuclear en España. Tanto Unión Fenosa como Enresa explicarán tanto los pormenores de este proceso como los planes de futuro de Zorita en las Cortes de Castilla-La Mancha a lo largo de las próximas semanas, y más adelante en el Parlamento Nacional. Desde que comenzara a funcionar, el 11 de octubre de 1968, hasta ahora, la central nuclear pionera de España ha generado electricidad durante 1.688 días sin paradas automáticas, y ha interrumpido su actividad 388 días por recargas de combustible o por averías. El desastre de Chernóbil, hace esta semana 20 años y, sobre todo, los achaques detectados en Zorita en el último lustro, aceleraron su final. La puntilla, para muchos, se la dio quizá su adversario más tenaz, la organización Greenpeace, que ahora pretende conseguir el cierre de la central nuclear de Garoña (Burgos) porque «está fuera de normativa y sufre graves problemas de seguridad», según el responsable antinuclear de Greenpeace, Carlos Bravo. Después de muchos años de hostigamiento y denuncias, un grupo de activistas puso en ridículo la seguridad del recinto. El 25 de abril del año 2002 decenas de ecologistas accedieron a la instalación nuclear y algunos se encaramaron a su cúpula para desplegar una gran pancarta: «Zorita. Cierre ya». «La vieja cafetera» Los verdes y el Gobierno de Castilla-La Mancha recrudecieron su campaña contra Zorita, a la que el entonces presidente, José Bono, bautizó con su claridad habitual como la «vieja cafetera». Día sí, día también, repetía que la planta estaba «más vieja que su foto de inauguración» y que Unión Fenosa había amortizado de sobra su inversión y generado muchos beneficios. Por si fuera poco, el CSN reconoció meses después que los responsables de la central habían tardado nueve meses en notificar una avería en las válvulas de aislamiento del presionador del circuito primario, básicas para refrigerar el reactor en caso de accidente. En septiembre, el CSN proponía acelerar el cierre de Zorita que ahora ha llegado. En casi cuatro décadas de funcionamiento, el año 2004 fue el más brillante: consiguió un récord histórico de producción al alcanzar 1.246 GWh. En 2005 produjo 1.161 GWh, el equivalente al 75 por ciento de la demanda anual de energía en la provincia de Guadalajara.

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