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Lhotse (8.516 metros)

Juntos hasta alcanzar la cima

Calleja explica el proceso de su escalada hacia el punto más alto y propone al lector un recorrido imaginario. «Hay que moverse como un equilibrista en su trapecio», asegura

Publicado por
Jesús Calleja
León

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Estimados lectores, imaginaros que nos vamos juntos a cima del Lhotse. No se os olvide coger la bufanda porque va hacer mucho frío. Este sería el proceso: primero ascender al campo II de un tirón (6.400 metros). Para alcanzar el campo III (7.200 metros), hay que escalar un muro de hielo muy inclinado, en ocasiones hasta los 60º. No puede haber errores, pues sobre este hielo apenas entran las puntas de los pilotes y crampones (herramientas para progresar en el hielo). Esta zona es muy fatigosa, pero imprescindible para llegar al campo III, que está enclavado en el glaciar colgante del Lhotse. Aquí hay que pasar una noche. ¡Ya os dije que haría frío!. Al día siguiente, casi sin comer y dormir -pues a esta altura el organismo apenas responde- hay que seguir escalando, primero continuar en vertical, para luego realizar una travesía en diagonal y seguir escalando en vertical las llamadas bandas amarillas. Luego continuar la escalada ligeramente a la izquierda, para finalizar en una gran roca llamada «La tortuga». Aquí se establece el campo IV a 7.900 metros. Este es un día duro, porque al ir solo con mi serpa, tengo que instalar el campo IV ese mismo día y portear todo lo que necesite, por lo que calculo que mi mochila pesará, al menos, 22 kilos. En este punto sólo se puede instalar media tienda. Me explico: está tan inclinada la pared de hielo y nieve que hay que cavar una pequeña hendidura para conseguir una plataforma donde poder pasar una noche medio digna. Como mucho podré sentarme, pero nunca estirarme, pues no hay espacio. Literalmente, estaré colgado en una pared a casi 8.000 metros de altura. Y bajo mis pies un desnivel de casi 2.000 metros. Si alguno de ustedes se está mareando o tiene vértigo, mejor que se dé la vuelta al campo base o cierre el periódico y se le termine la pesadilla. Hacia las cinco de la mañana hay que salir hacia la cima. Esto implica que hay que vestirse, y a esta altura es una tarea que se puede demorar más de una hora, y desayunar, ¡a ver quién es el valiente!, pues sólo entrará algo de líquido, el resto, el estómago lo rechazará al insta nte. Si consigo salir de la tienda -que, por cierto, tengo que sujetar al hielo con tornillos y dormir con el arnés puesto- me espera la parte más complicada y técnica de todo el recorrido: Hay que ascender por un pala de nieve y estar alerta por las posibles avalanchas, pues está muy inclinada y debajo hay otra capa de hielo que hace que al pisarla la nieve, ésta se deslice. Al cabo de dos horas habré llegado al corredor. Es una perfecta línea vertical encajada entre dos paredes de rocas, hielo y nieve. La experiencia de los años Aquí se decidirá si llegaré a la cumbre o no, pues hay que emplear toda la técnica de escalada aprendida a lo largo de muchos años. Hay que moverse como un equilibrista en su trapecio en la escalada de los 400 metros finales. Nada puede fallar, todo tiene que ser perfecto. Bailaré la mejor danza de mi vida, para alcanzar la cima de esta montaña amiga. Sé que si lo consigo, para mí será una nueva etapa como escalador. Si todavía queda alguien ahí, y ha subido conmigo a la cima a través de estas líneas, le invitaré a mi vuelta a tomar una cerveza en el Barrio Húmedo. Como veis, no es nada sencillo, y menos con la ayuda de un solo serpa, pero no hay que ponerse barreras y sí perseguir retos. Amigos, gracias por acompañarme hasta la cima en esta crónica. Espero que, en unos días, sea una realidad. Esta crónica se la dedico a toda la buena gente del Diario de León: ejecutivos, redactores, periodistas, señora de la limpieza, etcétera, y también a todos los lectores deeste periódico que, como sabéis, celebra su centenario. Gracias a todos por ser mi fuente de inspiración para afrontar este reto . ESCRIBE:

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