Diario de León

CORNADA DE LOBO

Críos-carretilla

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MAS de doscientos millones de niños son víctimas de explotación laboral en este planeta, según la OMT y nadie se atrevería a dudarlo, lo que confirma que demasiada gente llega a esta vida con todo ya perdido y ha de roer estaca para destetarse o escarbar con los dientes en un vertedero porque allí está su única ubre, la que les amamanta con ponzoña y resentimiento. Se harta uno de ver estas imágenes de críos-carretilla, críos-bolsa, críos-topo o críos-ladrillo asomándose cada día a la ventana gráfica de cualquier agencia internacional de prensa. Se cansa uno y se inmuniza, se olvida y consigna el crimen como inventario de males inevitables. Donde tienen que estar los críos es en la escuela. Todos. ¿Todos? Obligatoriamente, porque la educación es, más que un derecho, un deber. Esto es lo que se estampa como declaración universal de principios. La realidad, después, elige otros caminos o atajos. En muchos casos, ni siquiera existe un camino a la escuela, porque ni escuela se ve por esas pampas de la miseria. En otras situaciones, la escuela, librándoles de explotaciones laborales, puede crear otras esclavitudes; o promesas de empleo y dignidad que no se habrán de cumplir necesariamente porque el rapaz tenga un graduado escolar. Y la indignidad subsiguiente es peor. Y un chaval que va a la escuela y después a trabajar ¿ha de considerársele también un explotado laboral?... ¿Puede o debe trabajar un niño?... ¿Sólo ha de hacerlo estudiando y pateando una pelota o monigotes de videojuego?... ¿Fue un explotado laboral tu padre por tener que cuidar las vacas por la tarde en la vecera?... ¿Es explotación hacer que los guajes trillen, cosechen, limpien la pocilga, acarreen?... Hay gente lerda o fata que piensa que obligar a un niño a hacer recados de intendencia doméstica, ayudar en el negocio familiar o fregar sus propios meaos es un maltrato a la infancia. No es bueno que los niños vayan sólo a la escuela, la cancha, la grada o quizá a estudiar solfeo. El trabajar también ha de aprenderse (tener un empleo es otra cosa). Rindo mi admiración por el maestro tutor de Bolívar que propugnaba escuelas-taller dando conocimiento, pero también oficio, porque, aseguraba, «a quien nada sabe cualquiera le engaña; pero a quien nada tiene cualquiera le compra».

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