CRÉMER CONTRA CRÉMER
Los bomberos no tienen agua
ES POSIBLE QUE al cuerpo emérito de bomberos de la dotación municipal de León le falten muchas cosas para poder alardear de suficientes. Tal vez no sea tan compacto, tan atractivo y tan considerado como el de Nueva York, el de las Torres Gemelas que subieron al estado angélico o poco menos por cumplir adecuadamente, heroicamente si se quiere, con su deber. Y es seguro -nos consta- que el dicho cuerpo municipal de nuestros días no se encuentre en estado general tan precario como para salir en coplas como aquel esforzado y nunca bien ponderado grupo de bomberos excelentes que ejercían su función con sólo un hacha y una cuerda, vestidos de rayadillo, como los soldaditos de Filipinas, y a los cuales solía ocurrirles que cuando se disponían a apagar un fuego le daba al camión de combustible por no funcionar. No en vano España y con España León, que también puede aspirar a ser nación, como Barcelona o como Sevilla o como Pontevedra, se ha incorporado a los pueblos progresistas. Los bomberos de León disponen con tantos medios para el mejor cumplimiento de su deber, como los bomberos de Singapur: disponen de magníficos camiones, con amplísimos depósitos para meter en ellos todo el agua del Bernesga y mangas sin agujeros y vestidos de bomberos con sus cascos, con sus máscaras contra el humo y con su dotación de agua. Como es bien sabido y por si no lo fuera lo repetimos nosotros, el elemento fundamental del servicio de apagafuegos nacional, provincial o local está en el agua, aparte, claro es la importancia que se le debe al producto humano. Sin agua no hay servicio que prevalezca ni fuego que se extinga. Y resulta, según denuncia de la concejala socialista, doña Natalia Rodríguez, que de lo que de verdad carece es precisamente de agua. No del agua corriente y moliente que suele servir para asustar al fuego, sino de agua para la calefacción, de agua para lavarse y de agua para tener las manos calientes y los pies templados. Y esto es grave. Un servicio cuyo menester suele desarrollarse a la intemperie que no disponga de agua para lavarse, ni para calentarse, es un servicio absolutamente inservible. De ahí que por encima o por debajo de cualquier otro requerimiento nos haya parecido importante y urgente solicitar de la ilustre Corporación que con tanta generosidad acude en auxilio de los unos, de los otros y de los de más allá, que por cierto no son de ninguna parte, porque solamente van a lo suyo, demandamos humildemente decimos del Ayuntamiento o de quien corresponda el agua caliente municipal, que acuda en socorro de los bomberos, de sus bomberos, de nuestros bomberos, porque este sí que es un apelativo político, social y cultural digno de ser debidamente atendido. Y considerando que, según la sosumentada información, la municipalidad no puede con la carga, (dada la enormidad de euros que debe a los unos y a los otros) que no sea el agua caliente para lavarse el chocolate del loro de su intención de ahorro.