Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

El gallinero

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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COMO SI HUBIERAN tocado a zafarrancho, el día famoso dedicado al libro, a los comuneros y a las elecciones, se convirtió en un gallinero, en un guirigay en el cual no se entendían sino aquellos que no pretendían ser entendidos, sino todo lo contrario. La Unión del Pueblo Leonés (UPL para los amigos) celebraba a las once de la mañana, el séptimo congreso del cual habían de deducirse aquellos electos para cubrir todas las candidaturas necesarias para cubrir el viejo territorio. Y en el mismo día, tenía lugar en la capital del Viejo Reino la ceremonia fundacional del nuevo Partido Autonómico Leonés (PAL para los afines). Al mismo tiempo y no se sabe si obedeciendo a la influencia estelar o a las órdenes emanadas de la capital del España y sus principales sucursales, tuvo lugar la reunión de los principales de la saga del PP (Partido Popular, que se conoce) a la que asisten tres de los afiliados con más carisma de la comunidad, también con la pretensión de esclarecer motivos de entendimiento y estrategias para la derrota total de sus rivales. Que se sepa, el Partido Socialista Obrero y Español no ha dejado huellas de sus actividades, sea por ejercicio de prudencia o porque ya tienen los rabadanes atado y bien atado el complejo electoral. No hará falta descubrir que dada la proximidad de los unos y de los otros, la importancia que se debe conocer a las elecciones anunciadas y al temperamento político nacional, la ciudad hirvió de agitación y se formaron tales algarabías que el turista que acudiera a lo de las procesiones, al encontrarse con esta turbamulta agitada, convulsa, vociferante y agresiva, se preguntaba si no habría equivocado la dirección y en lugar de llegar a la pacífica Iberia feliz se había desviado hacia Bosnia Herzegovina o a las inmediaciones de Irak o de Irán. Entre las frases emitidas para general conocimiento y efectos se destaca la que dejó impresa el sumo inventor de partidos, a los que dio vida con dolores de parto y absoluta falta de reconocimientos. Y fue cuando dijo: «Lo que sucedió realmente es que me cansé de mantener vagos, que sólo piensan en cambiar de coche cada cinco días». A lo que el regidor supremo de la UPL, o sea Joaquín Otero, utilizando un estilo dialéctico más afinado y sutil vino a decir y dijo: «Se acabó eso de que se acaparan los cargos». Y el trío reunido en representación del PP se limitó a descubrir cuales son las ciento y pico de ofrecimientos del partido de Zapatero que todavía esperan su cumplimiento. O sea un gallinero político, del cual se espera que salgan y se coloquen aquellos hombres y mujeres principales que habrán de poner las cosas en su sitio y facilitar un sitio para cada cosa; sin querer darse cuenta ni entender que siendo como son muchos los llamados, serán pocos, poquísimos los elegidos. Primero o fundamentalmente porque no hay cargos para todos y en segundo y definitivo lugar porque los electores no están por la labor. Si se sometieran estas elecciones que se anuncian a referéndum comprobaríamos asombrados que pocos, muy pocos, tienen la confianza del elector.

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