EL PULSO Y LA CRUZ
No sean «husmias»
FELICITACIÓN con potaje de garbanzos de Fuentesaúco (los mejores, dicen) para la Asociación Leonesa de Caridad, que lleva cien años repartiendo buen talante y buen hacer a favor de los desfavorecidos de esta tierra. Los responsables, a cuya cabeza está el benemérito Alejandro López Caride, acaban de presentar la memoria de lo realizado en el pasado año y nos han anticipado el borrador de algunas de las actividades conmemorativas que se preparan. Serán un éxito y, aunque no lo sean, bastante tiene la Asociación y su brazo ejecutor, las Hijas de la Caridad, con repartir a raudales ternura y subsidios. Con una mano sin que se entere la otra, que esto es lo que cuenta y avala su quehacer centenario. Pero no nos quedemos en aplaudir la obra bien hecha; hará falta apuntarnos a colaborar a que se pueda seguir haciendo. Ni sobran los recursos materiales ni sobran los brazos de voluntarios. Este arrimar el hombro sería la mejor manera de reconocer los méritos de un centenario. No sean «husmias» y agárrense a la madera. Se despidió de esta vida la señora Munda, la «cicerone» o así que durante ¿siglos? ha sido la que ha conducido a miles de visitantes por los secretos desmoronados de lo que fue el emporio monacal de Santa María de Sandoval. ¡En mala hora cayó sobre él -como sobre otros- la mano de Mendizábal! A pesar de los intentos de Pro-Monumenta y de las promesas de políticos, los vecinos de Villaverde Sandoval siguen viendo pasar los días estériles. Tal vez ahora la señora Munda, desde la cercanía de Dios, pueda echarnos una mano. En sintonía con los afanes de Francisco de Asís, que primero puso ladrillos y después sensibilidades. Pues eso, que nos consiga la gracia de poder restaurar los muros del viejo monasterio... y de levantar los pilares de nuestra Iglesia presente. Que de ruinas y de historia y de pasado ya tenemos la faltriquera llena. Sigamos con monasterios. Ahora transverberados, como la fundadora Teresa de Jesús, por la saeta de la noticia de que las Madres Carmelitas Descalzas del Convento de Jesús Crucificado de Grajal de Campos se nos van, al parecer. Y no nos duele porque se vayan a Medina de Rioseco -algún leonesista bramará, pero allá él-, sino por el hecho de que levantan un cenobio de más de cien años y con una comunidad numerosa y la más joven, si no me fallan las cuentas, de la diócesis de León. Se ha dicho, con hipérbole y desajuste teológico, que las monjas de clausura son «el pararrayos de la ira divina». Pues anda que si ahora se nos van éstas, la descarga eléctrica de Prioro será un juego de niños al lado de lo que se nos puede avecinar. No lo crean, que las cosas del Dios de Jesucristo no van por ahí. Pero lo cierto es que ya empezamos a sentir de forma contante y sonante la crisis vocacional. Que no es el caso propiamente, ya que es problema de invasión de termitas, pero... a zurrón tira. El tiempo nos lo irá diciendo. Si la Providencia no dicta otra cosa. Que nunca se sabe. De momento espiguemos signos de esperanza y de fiesta. Que haylos y más de los que se cree. Porque, y ésta es otra, a quienes los promueven, tan humildes ellos, les parecen insignificantes y minúsculos, indignos de entrar en el mercado mediático. Y no. Ahí tienen, sin ir más lejos, la inauguración ayer mismo de un Rastrillo Misionero, en la capital, en el edificio del Nuevo Recreo Industrial, al lado del viejo Ayuntamiento, patrocinado por la Familia Vicenciana (dignos hijos de aquel hombre de corazón inmenso que fue Vicente de Paúl), que busca echar una mano en Haití (uno de los países más pobres del mundo y el más pobre de América) en un proyecto de «Desayunos solidarios» y de «Alfabetización de mujeres». En el rastrillo encontrarán lanas, manualidades, cuadros... y solidaridad cristiana a raudales. Pasen y vean. Y rasquen el bolsillo. En Astorga son las Escolapias las que se echan a los mismos andurriales; el destino es Ecuador y la iniciativa es una Semana Solidaria. Año Jubilar concedido a las monjas Clarisas de La Anunciada en Villafranca. Jubileo está emparentado (dejémoslo pasar) con júbilo. Pues eso. Para fiesta, la de los lusoparlantes que hoy la forman gorda en Laciana, con la Virgen de Fátima a cuestas. Una f de las tres, al lado de fado y fútbol. Pero vale.