| Reportaje | Qué hacer contra el «bullying» |
«La víctima debe plantar cara al agresor pero sin violencia»
La psicóloga recomienda que tan pronto comience el acoso el agredido se defienda demostrando la superioridad intelectual porque el que ejerce la violencia nunca es un líder natural
En tanto esta filosofía de fondo fructifique, la experta aconseja que las víctimas del acoso escolar planten cara con serenidad a quienes les persiguen. «Si te hacen daño defiéndete, pero no con violencia», aconseja. «Lo que busca el acosador es controlar al otro. Es un mito creer que la víctima es el típico niño que tiene gafas o es gordito. Se convierte en víctima aquel que no mantiene el autocontrol. El acosador lo intenta con todos, porque no es un líder natural y se quiere imponer a través del miedo. Elige al que pierde el control en su presencia». La defensa puede consistir en ignorar al bully o acosador, que tiende a desmoronarse ante esta actitud, o con respuestas ingeniosas. «Eres un cobarde y un seboso», ataca. Posible respuesta: «¿Y?» o «no sabía que te fijabas tanto en mí», o «¿qué quieres decir con eso?». Pero, eso sí, nunca enfadado, lacrimoso u ofendido. «Si estás dolido, que no se note». No existe un perfil previo del acosado, aunque sí un mismo patrón tras sufrir los ataques: «Pocas habilidades de respuesta y para la socialización, y un alto índice de estrés». El acosador sí presenta unas características singulares: «Suele ser un chico, con muy baja tolerancia a la frustración, con un discurso que no se corresponde con su mundo interno, y que se siente solo o muy abandonado. No son líderes naturales y, muchas veces, han sufrido maltrato físico o psicológico, cuando no un claro abandono emocional», indica. «Pero también puede ser un chico malcriado al que dejan hacer lo que quiere», añade. Los papeles cambian Otro mito es creer que en el bullying hay un patrón fijo de quién va a ser víctima y quién agresor. «Es un proceso dinámico y el que es en algún momento víctima puede reaccionar contra el acosador y cambiar los papeles. Luego está el grupo, que en función de las circunstancias se sitúa en uno u otro lugar o hace que no ve nada». El papel de los padres es fundamental. «Deben comprometerse a fondo, no sólo conocer la evolución académica de los hijos. Tienen que saber cómo son, con quién se relacionan y con quién se llevan peor o mejor». La experta, que ha entrevistado a casi un millar de menores, insta a los padres a que, ante un posible caso de acoso contra su hijo, «exijan a la dirección del centro escolar garantías de que no va a volver a ocurrir, detallando los hechos y enviando un burofax, que tiene categoría jurídica. Y, por supuesto, que el niño se quede en casa mientras no se solucione». Nora Rodríguez no es partidaria de «obligar a los menores a denunciar». «Que se lo cuenten a sus padres o a adultos o amigos mayores en los que confíe. Hay que crear redes de ayuda dentro y fuera del colegio», subraya. Además, los profesores tienen que recuperar la autoridad en la clase y no convertirse en meros receptores de las quejas incongruentes de algunos padres.