Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Se nos llena la casa de inmigrantes

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VICTORIANO CRÉMER
León

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UNA VEZ QUE SE ha terminado el grave pleito de la Liga, con la victoria, no por esperada menos ingrata, para el gobierno de Madrid, del Barcelona y sus Estatutos; una vez que ya están en marcha los mecanismos de las elecciones y se confirma la presencia de Villalba como rival enconado del Presidente Herrera y su presunta proclamación, según sus apóstoles... parece ser que el asunto, el conflicto, el problema más grave de la España estatutaria es la invasión de los negros, de los amarillos y de los colombianos. Unos llegan a las costas insulares dela Península en patera y otros nadando y guardando la ropa, pero todos ellos sin papeles, sin documentación, sin permiso del capataz; a lo que salga. Y lo que suele salir es la Guardia Civil. Y los invasores se dispersas por todo el haz de la tierra hispana, en busca de un lugar donde romperse la crisma en algún trabajo -el que fuere- para terminar deambulando, como almas perdidas por territorios de sembradura y por calles recónditas en donde la clandestinidad parece ser un estado correcto de vivir. En tanto y en cuanto, con un Gobierno sometido a las exigencias de cualquier nuevo estatuto sobre la mesa camilla, todos los días y todas las noches, desembarcan en cualquier lugar de las costas hispánicas, centenares de seres, fugitivos del hambre, procedentes de África, de América, de Oceanía. Y naturalmente de la propia Europa, sobre todo en esta hora singular en la que cualquier de los innumerables seres humanos como andan buscando cobijo, lo busquen precisamente en España. Donde el censo de obreros indígenas se aproxima a los dos millones; los sin papeles sobrepasan el millón y medio y los navegantes a todo riesgo, sobrepasan los tres millones. Los señores de la China, silenciosamente, sin meter ruido ni decir esta embarcación es mía, llegan a España, todo a precio mucho más barato que «El Corte Inglés», lo que permite a estos hijos de Oriente y Occidente dominar el procedimiento de la economía de mercado de manera tal que obliga a las Cámaras de Comercio a nutrir sus formaciones con representantes del Pekín insaciable. Antes, los inmigrantes llegaban en número tolerable y nos permitía ser generosos y abrir todos los postigos y concederles un lugar al sol que más podía calentarles. Pero al alcanzar números tan desbordantes como los que estamos alcanzando y dado que el Gobierno parece no disponer de claves para la solución del problema, tendremos que prepararnos para que los chinos, los colombianos, los polacos, los tanzanios, los sudaneses, entre otros, completen la invasión de la Península y con su tradicional tesón y habilidad para quedarse con el santo y la limosna, nos dejen a nosotros -oh infelices- para el arrastre. ¡Este es el pleito de la España actual, y no las proclamaciones estatutarias, ni el vencedor de la liga! Se nos está llenando la casa de agua y a nadie se le ocurre pensar que lo primero es lo primero y lo demás pensar bien lo que nos conviene antes de votar... ¡Si es que votamos!

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