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EL PULSO Y LA CRUZ

Entre la cordialidad y la sospecha

Publicado por
ANTONIO TROBAJO
León

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Nunca ha habido cordialidad total en el pasado -no me atrevería a decir que tampoco en el presente- entre las novedades científicas y técnicas, y la forma de entender y de vivir la fe. Ésa es la verdad, aunque admitiría muchas matizaciones y algunas excepciones Es verdad. Sin ir más lejos, el nacimiento de las Universidades o el balbuceo de las ciencias al caducar el medioevo o el desarrollo de los estudios bíblicos o el uso entusiasta en primera hora de la radiofonía de Marconi. O muchos más ejemplos. Pero también se podrían encontrar signos en contrario. ¿Quién no ha oído alguna vez hablar de que el cine fue, en su momento, «un invento del diablo»? La cosa es que mañana, solemnidad de la Ascensión del Señor -¡ay, Señor! ¿qué se «fizieron» de aquellos tres jueves que relucían más que el sol?-, se celebra la 40 Jornada (tantas como años han pasado desde la clausura del Concilio Vaticano II) de las Comunicaciones Sociales. Prensa, radio, cine, televisión, música, Internet, modernos soportes de intercomunicación... Todo un mundo, de novísima tecnología, que compone no sólo un nuevo instrumental al servicio del intercambio de mensajes, sino que termina siendo en sí mismo lo importante. «El mensaje es el medio» se ha escrito. O dicho de otra manera, la cultura contemporánea lo es por el grado de manejo de los nuevos medios técnicos. Sin más. Por ejemplo, no se trata de cómo puedo yo enriquecerme cultural y moralmente con el aprovechamiento de los contenidos que alguien ha «colgado» en internet; lo que cuenta es el manejo especializado con que yo puedo navegar horas y horas, de un lado para otro, de página web en página web, en ese complejo mundo de la cibernética. Algún clásico hablaría de un modo de «alienación», de enajenamiento, de deshumanización. Claro que si el ideal era llegar al «homo technicus», a fe mía que estamos llegando al objetivo. ¿Recuerdan las batallas de hace no muchos años sobre los fines últimos que parece ser pretendía la condenada LOGSE? El embrollo de los «ejes transversales», de corte ético y de valores humanizantes, quiso arreglar el entuerto, pero... Tal vez aquellos polvos han traído estos lodos, y esta juventud, y esta LOE, y este fracaso escolar, y esta desmoralización, y este riesgo de que unos pocos -»los listos»- manipulen al resto, y este escepticismo sobre el futuro. Aquí, en medio de este nuevo areópago (consúltese el diccionario), es donde se ha de situar esta Jornada de mañana, que clama por hacer de los medios de comunicación social una red de comunicación entre personas y culturas, una comunión entre pueblos e individuos, y una cooperación recíproca entre todos, seres humanos e instituciones. ¿A que ya se dan cuenta de la que nos estamos jugando? Átenlo al dedo. Mientras llega -o no llega- el advenimiento de una nueva era, nosotros, gente de provincias, con un fuerte bagaje cultural de la tradición, con el lenguaje de los bisabuelos, apegados a la escala de valores clásicos, podremos seguir hablando -y por muchos años-, verbigracia, de que ya estamos más cerca de la venida del Papa Benedicto XVI a Valencia a encontrarse con las vilipendiadas familias del mundo; de que en ese encuentro mundial tendrán un lugar especial los chavales y no tan chavales del Grupo juvenil «Xaleu» de Villablino; de que en Moscas del Páramo siguen a crucifijo limpio -dicho sea con dolor de corazón-; de que en Trobajo del Camino han recuperado una romería perdida a lo que fue ermita de Santiago del Monte en recuerdo de un milagro del Santo Isidoro; de que la Virgen de Castrotierra -¿por qué será que algo se me revuelve dentro cuando veo que la llaman algunos «la Virgen de la lluvia»?- está recibiendo romeros a pie, en bicicleta, con pendones y sin ellos, de cofradías de Semana Santa y de procedencias sin adscribir; de que se ha estrenado sin estridencias «El Código Da Vinci»; y de que hoy hay una Ultreya Interdiocesana de los cursillistas en Hospital de Órbigo. Son muestras que tienen raíces en el pasado pero podrán dar mucho juego en el futuro ¿Que no me lo creen? Al tiempo. Como el homenaje del pasado lunes a los sacerdotes de Bodas de Oro de León. Por cierto que Mary y Julio, en «Las Moreras», hicieron que nos sintiéramos «como curas». Gracias.

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