Diario de León

CRÉMER CONTRA CRÉMER

Otra vez y siempre la Caja de Ahorros 1397124194

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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CAJA DE AHORROS y Monte de Piedad de León. De esta efemérides gloriosa para la buena marcha de la provincia de León, se conservan recuerdos imborrables, sencillamente porque la fundación de la institución benemérita venía a cubrir un agujero auténticamente negro de usuras y pobreterías para iniciar una senda de recuperación y dignificación de una clase profundamente, históricamente necesitada. La Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León, suplía con ventaja la ambiciosa función de la usurería que se practicaba en el territorio y abría ventanas al campo. El presidente fundador de aquella creación, fue don Ramón Pallárés Nondedeu siendo primer Director de la Caja Don Ruperto Sanz Langa. En la cartela que se publicó con motivo de cumplirse el cincuentenario de su aparición, la Institución se rigió por un patronato, cuatro de cuyos nombres fueron Don Ramón Pallarés Nondedeu, Don Ricardo Pallarés Berjón, Don Manuel Arriola Sánchez Chicarro y Don Maximino González Puente. Ahí entro yo, porque el último anotado firmó la primera nota que me fuera otorgada en la Escuela del Círculo y fue desde aquel momento trascendente cuando me sentí obligado a conseguir alcanzar la categoría de hombre de provecho. Si lo he conseguido sólo Dios lo sabe. El caso fue que a la Caja de Ahorros me sentí ligado y durante algún tiempo serví en su organigrama cultural. Repasando los nombres que desde el primer momento ocuparon puestos relevantes en la Institución, nos damos cuenta de que la Historia de León tiene sus arranques más importantes precisamente cuando las relaciones de miembros de la Dirección y del Patronato figuraban con todo derecho en el censo verdaderamente ejemplar de aquellos hombres emblemáticos, metidos a redentores económicos y culturales de León. Es obligado proclamar que lo que no se hizo mediante la iniciativa de aquella Institución recién inventada, se quedó sin hacer. En aquel Consejo de Gobierno de la Caja aparecían desde el Obispo de la Diócesis, Don Inocencio Rodríguez Díez, hasta Hurtado Llamas o Cipriano García Lubén. Y nadie observó en la prolongada vida de la Institución que su composición o su conformación dieran lugar a recelos, envidias o resentimientos. Quizá fuera una de las causas la de que aquel Consejo de Gobierno, no percibía remuneración alguna y prestaba sus servicios y sus sacrificios gratuitamente. Y todo este prólogo viene o puede servir de anticipo para expresar la extrañeza, el asombro que nos produce observar el encono, la presión que se produce en estos días en los que se está celebrando la proclamación del nuevo presidente de la Caja, Don Santos Llamas, como si este hubiera sido proclamado a escondidas, y los «representantes» actuales con derechos electorales hubieran sido ilegalmente postergados. Y cuando se habla de la renovación de las Cajas de Ahorro, a muy pocos se les ocurre pensar que, efectivamente, conviene modificar, transformar, legitimar estos centros, aislándoles de convenios políticos que en cierto modo no sirven sino para confundir y para sospechar tutelas más bien interesadas.

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