| Reportaje | Crisis medioambiental |
España pisa su huella ecológica
Un informe alerta de que multiplicamos por 2,5 el impacto ambiental global y utilizamos el doble de nuestro territorio para satisfacer necesidades y eliminar nuestros desechos
El consumismo desaforado y el despilfarro energético del mundo rico, con su correspondiente demanda insaciable de recursos a los países pobres, están agrandando temerariamente el déficit de la «huella ecológica», como se denomina al indicador que mide el impacto ambiental de la población sobre su territorio. El planeta ya está utilizando 2,3 hectáreas de tierra productiva por habitante, 0,4 por encima del nivel sostenible, y España (con 4,8 y un déficit de 3,2) figura entre los protagonistas de ese auténtico pisotón antiecológico. Como subraya María Antonia García en su reciente libro La Tierra, nuestro hogar. Guía de consumo sostenible , la huella ecológica superó «ya en los años 70 los índices de sostenibilidad, y sigue creciendo». La experta de la Fundación Hogar del Empleado (Fuhem) advierte de que «podemos sobrepasar los límites ecológicos, pero no podremos hacerlo de forma ilimitada», ya que el indicador mide la naturaleza necesaria para cubrir el consumo de alimentos, energía y materiales y para absorber los desechos producidos, sin salirse de su capacidad biofísica de regeneración. «Estamos tomando prestado un capital natural que no podremos reembolsar a las futuras generaciones», remacha. Los ricos desequilibran El Perfil Ambiental de España 2005 confirmó la semana pasada la inquietante tendencia apuntada por la huella ecológica, que es muy similar a la del resto del continente. Según el Informe Planeta Vivo 2004 de la organización ecologista WWF-Adena, el impacto ambiental de los europeos occidentales ocupa 5,1 hectáreas de tierra productiva (su capacidad biofísica de 2,1 implica un déficit o deuda ecológica de 3), en un contexto de uso excesivo de recursos naturales que alcanza a toda la Unión Europea de 25 miembros: utiliza el 17%, cuando sólo acoge al 7% de la población mundial. En realidad, los únicos que desequilibran gravemente la balanza son los países de altos ingresos (Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón, Emiratos Árabes Unidos y buena parte de Europa), con una huella de 6,4 hectáreas que casi duplica su capacidad biofísica de 3,3 y que se traduce en una deuda ecológica de 3,1. Tanto los países de ingresos medios (0,1 de superávit ambiental) como los de bajos ingresos (0,1 de déficit) mantienen cierto equilibrio, pero la superficie que 'utilizan' los países industrializados para sus necesidades supera su propia extensión territorial. Y eso significa, según el Observatorio Medio Ambiente (OMA) de Iepala, la Fundación Biodiversidad y el Fondo Social Europeo, que «se están apropiando de la superficie de otros». Además, el déficit ecológico del mundo rico lo pagan los países pobres, que, como remarca el OMA, «no son los mayores causantes de las crisis ambientales, a pesar de ser los lugares donde físicamente se produce una parte considerable de los efectos». Deforestación, extracción intensiva de recursos, monocultivos, insalubridad, contaminación, extinción de especies y desplazamientos humanos son problemas que tienen sus «causas reales frecuentemente lejos, donde se toman las decisiones y se produce un mayor consumo». Los más contaminantes En el trío de cabeza de los deudores ambientales aparecen en el informe dos países pequeños que desbordan su huella ecológica por el desfilfarro asociado a su enorme riqueza, como los Emiratos Árabes Unidos (9.9) y Kuwait (9,5).