Diario de León

Diario de una aventura Desafío extremo McKinley (6.198 metros)

Primeros pasos en Alaska

El aventurero y su hermano ya están en Anchorage, desde donde partirán hacia el glaciar para comenzar el ascenso al campo base, a cien kilómetros del Círculo Polar

Publicado por
Jesús Calleja
León

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Queridos amigos: ¡qué rápido pasa el tiempo y qué poco descanso me he dado! Como sabéis, regrese a León el 28 de mayo, tras coronar el Lhotse. Y ahora, sólo unos días después, estoy en la antípoda, concretamente en Anchorage, la capital de Alaska. Prácticamente he dado la vuelta al mundo. Y sin tiempo a recuperarme tras dos meses escalando el Lhotse. Necesito una pequeña motivación extra y ésta me la ha dado mi hermano al venir conmigo y ser mi compañero de cordada en esta dura montaña de 6.198 metros. Es sin duda en estas tierras donde se desatan las mayores tormentas del planeta, pues en ella confluyen las corrientes frías del mar de Alaska y la corriente aún mas fría del polo norte que desciende hacia esta cordillera. Cuando se juntan desencadenan vientos de más de 160 kilómetros por hora, y las temperaturas caen hasta menos 50 grados. Según nos advierten en la entrada al parque nacional del McKinley, estas tormentas se abaten sobre la montaña a tal velocidad, que casi no da tiempo a alertar a los escaladores, y en ocasiones, en sólo una hora la climatología pasa de estable a vientos huracanados y temperaturas extremas. Estos cambios tan bruscos han dado lugar a muchas víctimas, pues las congelaciones parciales o totales son casi seguras si antes no hemos encontrado el refugio en la tienda de altitud o en una cueva en el hielo. Otro factor a tener en cuenta es que las bajadas de presión tan acusadas hacen que la altura de la cima en realidad equivalga a 7.000 metros, con el consiguiente problema del mal de altura. Muchos expertos escaladores han menospreciado este fenómeno y han desarrollado edema pulmonar o cerebral por no haber esperado lo suficiente. Por lo tanto, tenemos tres factores que hacen que esta montaña sea muy complicada: altura extrema, vientos y frío radicales y un gran desnivel de más de 4.000 metros. Ésta es otra curiosidad de la cumbre, pues algunos autores dicen que es la montaña con más desnivel del planeta, y tienen razón, pues nace al nivel del mar y se eleva hasta los 6.198 metros. Nosotros la atacaremos desde los 2.000 metros, pues hoy nos trasladamos al pueblo de Talkindia, para embarcarnos en una avioneta que nos llevará a un glaciar situado a 2.000 metros. Desde allí, con la ayuda de trineos que arrastraremos, llevaremos todo el material y comida durante una semana hasta el campo base, situado a 4.300 metros. Esta será una tarea muy dura, pues tenemos unos 80 kilos de material cada uno. Arrastrar ese peso caminando con raquetas es algo a lo que no estamos acostumbrados. Será una de los esfuerzos clave en esta expedición. Si lo conseguimos, habremos dado un gran paso hacia nuestra meta. Será necesario mucho entusiasmo y motivación para arrastrar un peso tan brutal, y tras llegar a los campos de altura y cavar en la nieve para poder enclavar la tienda de campaña y construir un muro de bloques de hielo para proteger la tienda de los vientos huracanados. Así serán todos los días. Sin duda no tendremos casi tiempo para el descanso y la recuperación física. Hay que recordar que estamos a tan sólo a cien kilómetros del circulo polar ártico, y aquí todo es radical. Ahora, a descansar del viaje desde España (treinta horas) y adaptarse a la diferencia horaria. Comeremos salmón junto a dos amigos: Andrés Iglesias e Íñigo Domínguez, dos simpáticos salmantinos. Es lo que hace falta para mantener el animo arriba, pues por delante tenemos muchos días duros. Amigos, me despido hasta dentro de tres días. Os seguiré manteniendo informados de como transcurre esta expedición a sólo 100 kilómetros del circulo polar ártico. Desde la salvaje Alaska, vuestro amigo Jesús Calleja. ESCRIBE:

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