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CRÉMER CONTRA CRÉMER

Las famosas de España

Publicado por
VICTORIANO CRÉMER
León

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EN ESPAÑA -ignoro lo que harán en Escocia- las niñas nacen para ser famosas. Sus respetables madres, así que las niñas consiguen andar sin caerse y se explican por gestos y movimientos de cadera, la estimulan con frase que la convierten desde la infancia más infancia, en niñas-pujo. De ahí a la fama no hay más que un paso, que puede darse o bien prestándose a servir para hacer la propaganda de un jabón o bien prestándose a figurar en uno de esos coros de niñas precoces que mueven con el trasero todo el esqueleto, con la gracia que han podido heredar de Fulana de Tal, tenida por una tal, pero que va en coche a su edad. Salvo excepciones que además de confirmar la regla, sirven para medir el grado intelectual de la especie, la niñata, aprende antes a conducirse como corresponde a su condición de aspirante a famosa, asiste a clase de economía o se hace secretaria de algo, lo cual le otorga una cierta independencia. Y desde su situación de trabajadora a sueldo, se puede permitir la licencia, y se la permite , de asistir a los conciertos de «Los Cainitas» o del grupo danés de «Los Atroces». Y llega a conocer el título de todos los repertorios más al uso, antes de dominar el primer capítulo de «La Economía comparada». Y todos estos pasos, estos vericuetos, recorridos con espíritu de conquista, van convirtiendo a la jovencita, que ya es en una avispada conocedora de los trucos, manejos o habilidades de que hay que servirse en este escabroso mundo para llegar a ser famosa. Habría que detenernos ahora para intentar explicar lo que nosotros entendemos por famosas y lo que ellos suponen que serán, así que alcancen el título. Así que lo consiguen, nuestras jóvenes famosas comienzan por entablar relaciones puramente amistosas con el «Pinky», que es un chico que iba para ingeniero de caminos y se quedó en el camino, pero que rebosa simpatía. Y una vez puesta en la situación de brega amorosa, hasta se enamora de algún chico y discutirá con él sobre determinadas formas de entender la modernidad. Al final cada uno se busca su apaño: El varoncillo entabla relaciones serias con Nancy, la hija del gerente de una empresa de camiones, que está forrado, y la chica, ya sin novio ni compromiso que la ladre, se apaña y se dedica a ser lo que quiere ser: «Famosa», o sea una de esas chicas que salen en cinta, que van a todos los saraos mediante cobro y que aceptan convertirse en protagonistas de folletones eróticos, con uniones, con separaciones múltiples y con debetes sin ningún reparo sobre la castidad de fulana o sobre la multiplicidad amorosa de Mengana. A mí las famosas me parece que hacen su función social, como otra clase del mismo género pero en clásico, pero me parece que se están dejando caer demasiado deprisa y que muy bien podían, como decían nuestras abuelitas las pobres guardar las apariencias. Aunque lo más perverso del famosismo no son las famosas, sino las gilipuertas que las siguen como al Cristo del Perdón en Semana Santa. 1397124194

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