Tierra con leyenda

¿Leyenda o historia? Ligado a la Reconquista española y a las batallas de Don Pelayo, el santuario de Camposagrado revivó ayer un año más, como cada segundo domingo de junio, la Romería de la Rogativa. A la llamada de los ayuntamientos de Carrocera, Cuadros y Rioseco de Tapia, cientos de romeros fieles a la cita con la Virgen de Camposagrado participaron en una jornada que pervive entre la fe y la fiesta. El horizonte de las montañas del bajo Luna y el espeso pinar antesala del santuario, visionaron la procesión, que tras el rosario, escoltó a la Virgen alrededor de su morada. Una réplica de la románica, que sólo procesiona los primeros martes de cada mes menos los meses de invierno, con sus mejores galas y flores estuvo acompañada por los orgullosos pendones de distintas comarcas, grupos folklóricos y el repicar de campanas. Antes de la salida de la procesión, unida a las antiguas rogativas para bendecir los campos, el presidente de la Diputación y los alcaldes convocantes colocaron la cinta al pendon de Camposagrado. Sonatas de dulzaineros y tamboriteros acercaban a los romeros a la campa de chopos delante del santuario donde se ofició la misa. «¡Viva la romería! ¡Viva la Virgen!». Terminada la liturgia, la imagen regresó a su morada. Cientos de velas buscaban sus plegarias, mientras los fieles se agolpaban a la verja que escolta el altar para rezar. Fuera, la fiesta. Puestos de artesanos, alimentos tradicionales, atracciones para los más pequeños, tascas y familias preparando su mesa de campo para comer bajo la chopera o el pinar. Por la tarde, los aluches no faltaron a la cita.