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McKinley (6.198 metros)

Azotados por el temporal

El montañero leonés prosigue su marcha en Alaska en medio de fuertes tempestades que hacen más duro el trayecto pero que no frenan a los Calleja en su nueva aventura

Publicado por
Jesús Calleja
León

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Estimados lectores, perdonad por no escribiros antes, pero hemos sido y seguimos siendo azotados por uno de los mas violentos temporales que yo he vivido a lo largo de mi vida. Esta ha sido la causa de no enviar crónicas, pues los equipos informáticos y el satélite necesitan de energía que sólo me proporciona el sol, y éste no ha aparecido hasta hoy. Os resumiré lo que pasó desde mi última crónica. Estábamos soportando el temporal en el campo I e hicimos un porteo al campo II. Al día siguiente, el temporal arreciaba, pero decidimos subir al campo II con el resto del material. Llegamos en mitad de una ventisca en la que era difícil ver más allá de 20 metros. Una vez en este campamento estuvimos tres noches soportando un temporal que daba realmente miedo. Cada cuatro horas teníamos que apalear medio metro de nieve. Era tal la nevada que no se veía a más de cinco metros, y el viento no dejó de soplar a más de 100 Km/h en esos tres días. Construimos un muro de bloques de hielo de una altura de dos metros y medio. Fuera de esta protección, sería absolutamente imposible resistir más de media hora. Este fenómeno meteorológico tan radical y extremo se llama west to southwest flow , y es la entrada de frentes continuados desde el mar de Bering, cargados de mucha humedad, vientos huracanados y temperaturas muy bajas. Es el peor de los temporales que se pueden sufrir en estas montañas y nos ha tocado. Un guía de Alaska que compartía campamento con nosotros me dijo que en nueve veces que ha estado en esta montaña nunca vio nada parecido. Después de soportar como pudimos ese día, -eso si, apaleando toneladas de nieve, como jamás me hubiera imaginado-, nos aventuramos hacia el campo III (a 3.300 metros). Este punto no tiene mucho desnivel, pero es muy larga y fácil de perderse, de hecho los guías del lugar lo llaman «La zona de los fantasmas vagantes», pues muchos expedicionarios se pierden en este enorme plato del glaciar cuando las condiciones de visibilidad son malas. De hecho, encontramos a un «fantasma vagante» de nacionalidad Coreana (¡como no!) que estaba perdido. Le tuvimos que dar agua, pues estaba deshidratado y agotado. También montarle el campamento haciendo el muro de protección contra el viento e instalarle la tienda. Si no le hubiéramos ayudado, ese coreano era «perdiz muerta». Nuevos retos Una vez llegado al campo III, tuvimos que construir otra protección contra los fuertes vientos que volvieron a arreciar. Nos llevó mas de cuatro horas hacerlo e instalar la tienda. Ese día fue muy duro, pues apenas descansamos y salvamos un desnivel de 1.000 metros, nevándonos todo el día y azotándonos el viento insistentemente, especialmente en el llamado Windy corner , que como su nombre indica, es «la esquina del viento». Allí fuimos literalmente barridos por el viento. Después de varias horas, alcanzamos el campo IV, donde instalamos nuestro campamento, no sin antes acondicionar de nuevo los muros de protección. Decidimos descender de nuevo ese tremendo desnivel y ser de nuevo golpeados con toda la fuerza del dios Eolo, y ahora os escribo de nuevo desde el campo III a 3.300 metros. Es muy tarde y quiero hidratarme y cenar. El único consuelo es que ya solo nos queda el campo V (a 5.200 metros), y de allí a la cima. Pero todavía nos falta mucho. Muchas gracias a todos los lectores que seguís con atención estas crónicas, y por supuesto a: turismocastillayleon.com. Sin vosotros yo no estaría aquí, y el proyecto" Desafío Extremo" no existiría. Jesús Calleja desde la salvaje Alaska ESCRIBE: