Una dinastía bajo sospecha

La dinastía Saboya nació en la región francesa de Champagne y eso no se lo han perdonado jamás los italianos. Aunque fue en el siglo X, con Humberto I Blancamano, los Saboya han sido siempre mejores consortes que reyes. De su casa salieron esposas para los tronos de media Europa y algún que otro rey de repuesto (Amadeo I de España o Tomislav II de Croacia), aunque sólo dominaron como monarcas Italia a partir de la unificación de 1870, una historia corta para sus mil años de escudo. Justo antes de esta fecha, el admirado Victor Manuel II entregó Niza a Francia. En el siglo XX la historia de los Saboya fue si cabe peor. El nieto del primer rey de Italia, Victor Manuel III, entregó el poder a Mussolini, y protagonizó una huida en toda regla cuando la guerra estuvo perdida. Su hijo, el actual y polémico Víctor Manuel, se casó con Marina Doria quien, a pesar del carismático apellido, era una patinadora nunca admitida en la Casa. Pero además, en 1978 dispa-ró contra un joven alemán, Dirk Jeerd Hame, que murió a consecuencia del tiro, y por lo que el aristócrata pasó un mes en prisión. Después, en 1981 se le asoció a la logia masónica P2 y hace dos años, en la cena a la realeza durante la boda de los príncipes de Asturias, se acabó pegando con su primo y pretendiente a la corona Amadeo de Aosta, la otra gran dinastía italiana. El futuro, en manos de Filiberto, tampoco promete más allá de la crónica rosa. Amoríos, reyertas, compra venta de futbolistas y una boda con la actriz francesa Clotilde Courau y su embarazo de seis meses son los grandes hitos del más bon vivant de los herederos.