Diario de León

LA GAVETA

El Papa en El Bierzo Los cónsules recuperan las viejas costumbres

RAMIRO

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Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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UNA DE LAS VENTAJAS de los países pequeños es que viene el Papa. Sí, ya sé que también viaja a los países grandes, pero me explicaré mejor recurriendo a la antigua Yugoslavia. Veamos, si el Santo Padre hubiera visitado esa república, sólo habría ido a Belgrado, la capital, y a dos ciudades más, como mucho. Pongamos a la croata Zagreb y a la bosnia Sarajevo. Pues bien, ahora como Yugoslavia son seis estados independientes, el Papa tendrá que ir algún día a Eslovenia, a Macedonia y también al recién nacido Montenegro. Zonas que no visitaría en una Yugoslavia unida. Yo me imagino que si el Bierzo fuera independiente (lo que puede suceder a medio plazo, tal y como van las cosas centrífugas) también sería visitado por el Papa. Pongamos por Benedicto XVIII. O por Juan Pablo IV. El año podría ser el 2025, a más tardar. Ahora bien, el Papa no vendría a la comarca exclusivamente. Yo creo que su viaje se insertaría en una ruta, digamos, atlántica. En concreto, podría visitar Portugal, la Galicia de Breogán y el pequeño Bierzo blanquiazul. Podría estar en Portugal tres días (uno en Lisboa, otro en las Azores y un tercero en Fátima y Porto); en Galicia dos (uno en el Obradoiro y otro en La Coruña y Vigo) y en el Bierzo uno. Menos de uno, en realidad. El Papa llegaría en avión, procedente de Compostela. El aterrizaje sería en el coqueto aeropuerto nacional del Bierzo. Y a partir de ahí la visita, iniciada con un paseo triunfal del papamóvil desde el aeropuerto -allende la Placa- hasta la catedral de la Encina. Luego tendría lugar un breve encuentro con los obispos del Bierzo (diócesis de Ponferrada, Burbia y Boeza), y tras una frugal colación en el palacio arzobispal -situado en algún caserón de la calle del Paraisín- el Vicario de Cristo en la Tierra sobrevolaría Bembibre, aterrizando en el viejo campo de Los Juncos para rezar el rosario. De allí partiría el helicóptero hasta la bella Villafranca, donde oraría en gallego ante la puerta del Perdón y en castellano en la colegiata. La comitiva papal regresaría al aeropuerto al atardecer y, desde allí despegaría el avión vaticano rumbo a Roma. Y todo este sueño se me ocurre en Valencia, en la plaza de la Virgen, donde trabajo, y que es el epicentro católico de la ciudad (catedral, basílica de los Desamparados), político (palau de la Generalitat) y casi judicial (Tribunal de las Aguas). Y lo sueño por ósmosis, al advertir cómo se va estrechando el cerco ceremonial en estas vísperas de la llegada de Benedicto XVI a la ciudad del Turia. Observo, más que nunca, bandadas de clérigos de sotana que inundan las calles del barrio viejo más noble. Y legiones extranjeras de monjas de hábitos de muy diferentes colores. Veo a canónigos ilustres sonreír desde los balcones eclesiásticos. Y aprecio que las chicas administrativas de los dicasterios diocesanos entran y salen de sus oficinas pías con una alegría nueva, con una expectación honda. También observo a decenas de policías nacionales que vigilan en cada esquina de la santa plaza que ya visitara el papa Wojtyla en 1982. Y no me olvido de unos hombres adustos y encorbatados, tal vez de la Obra, que dan instrucciones a empleados y seminaristas en los aledaños catedralicios. De paso, también me entero de que la visita papal costará una fortuna a las arcas públicas autonómicas, asunto éste un tanto delicado. Luego, no sé por qué, se me disipa el sueño pontifical y, sin salir de la Comunidad Valenciana, pienso en otro sueño más cercano y posible: que dentro de una semana sucediera el terrenal y muy anhelado ascenso al cielo de segunda de la Deportiva, en un estadio de Alicante. Recemos. El cónsul de Honduras en Castilla y León, Isidro de Celis, el de Portugal, Eduardo Matías Días Pereira y la de Francia, Suzanne Gabrielle Verpont fueron recibidos ayer por una representación de las autoridades locales y provinciales en el Palacio de los Guzmanes de León, para recuperar una muy antigua tradición que no se había editado en los últimos años, y que se pretende retomar de nuevo. Por parte del gobierno provincial acudieron al acto el presidente de la Diputación Provincial, Javier García-Prieto, el delegado de la Junta, Eduardo Fernández y el Obispo de León, Julián López, así como diferentes diputados provinciales y concejales del Ayuntamiento de la capital leonesa.

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