Diario de León

La práctica de esta actividad lleva a los afectados a rechazar los programas de reinserción

La mendicidad proporciona 1.500 euros al mes, según el defensor del Menor

Un informe señala que los rumanos utilizan a las mujeres y los niños hasta los 14 años

Indigentes rumanos trabajan como limpiaparabrisas

Indigentes rumanos trabajan como limpiaparabrisas

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efe | madrid

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Los inmigrantes de origen rumano que se concentran en el asentamiento chabolista de Cañada Real (Madrid) obtienen con la práctica de la mendicidad ingresos que «en algunos casos superan los 1.500 euros al mes», según consta en el informe del defensor del Menor correspondiente al año 2005. El informe señala que de la mendicidad en estos colectivos suelen ocuparse las mujeres y los «niños de edades comprendidas entre los 8 y los 14 años». Estos menores, que están sin escolarizar, «deambulan por las calles en grupos pequeños practicando la mendicidad e incluso aprovechando los despistes de los viandantes para cometer pequeños hurtos», explica el defensor del Menor, Pedro Núñez Morgades, que el pasado viernes entregó en la Asamblea de Madrid su última Memoria anual. Núñez Morgades considera en su informe que la mendicidad es «muy difícil de erradicar cuando se obtienen estos ingresos» y afirma que esta práctica «es uno de los mayores impedimentos para la integración social». «La práctica de la mendicidad les lleva a rechazar los programas sociales de integración, ya que esta actividad entra en contradicción con los objetivos de los programas: escolarización, salud, cuidado de los niños, empleo, normas, horarios, etcétera», indica el informe. Chavolas El defensor advierte de que el asentamiento de Cañada Real «se está extendiendo tanto, que las chabolas están llegando hasta el mismo vertedero (Valdemingómez)» y que «algunas familias facilitan a los camiones descargar a sus puertas a cambio de 30 euros». El informe recoge que, según los cálculos de las organizaciones que trabajan en la zona, más de 500 niños viven en este entorno chabolista, donde las «condiciones higiénicas son muy malas y hay difícil acceso al agua y a otros servicios básicos», y apunta que «algunos niños de este asentamiento están escolarizados, pero no está establecida ninguna ruta escolar». El defensor también subraya que «un problema que se está acentuando últimamente es el traslado de familias que se dedican al tráfico de drogas desde las Barranquillas a esta zona». «Más de 100 niños han venido de las Barranquillas. Allí quedan unos 84 menores de menos de 16 años. Los menores de algunas de estas zonas viven en contacto con la droga y la delincuencia, y con 12 ó 13 años están ya consumiendo cocaína y heroína, especialmente los que vienen de la zona de las Barranquillas», denuncia el defensor.

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