Diario de León

McKinley (6.198 metros)

Otra cima más para Calleja

El montañero leonés y su hermano logran llegar, no sin muchas dificultades, a lo más alto de este gigante de 6.000 metros en Alaska. La próxima cita será en Nueva Guinea

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Jesús Calleja
León

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Amigos lectores, tengo el enorme placer de anunciaros que he alcanzado junto con mi hermano Enrique la cumbre del Mackinley con sus 6.190 metros. Estas siempre son las crónicas que mas me gusta escribir y en este caso os prometo que ha resultado mucho más duro de lo que me imaginaba. Os relato como fue el periplo hasta la cumbre. Hemos estado durante dos días descansando en el campo IV y a la vez aclimatándonos. El día 16 decidimos subir al campo V a 5.200 metros, y en vez de hacer porteos como todo el mundo, nos echamos a la espalda el gran mochilón con unos 30 kilos cada uno para montar el último campo de altitud. Hacía un frío tremendo, y el viento era fortísimo. Montar la tienda fue un suplicio. La idea era que si estábamos por la mañana bien - es mucha altitud la que subimos de golpe- intentaríamos un ataque a cima. También quedamos de acuerdo con Andrés e Iñigo, los salmantinos. A las seis de la mañana me desperté y asomé la cabeza fuera de la tienda. No había apenas visibilidad y el viento era tremendo. Me volví a dormir y por fin a las 11 aflojó un poco el viento. Ví subir hacia cumbre unas 40 personas, me dije que era el momento y desperté a todos. A las 12 emprendimos la escalada a la cima. Ascendimos por una ladera de nieve y hielo bastante inclinada. Al cabo de dos horas alcanzamos el paso llamado «Paso del Denali». Soplaban vientos entorno a los 100 Km/h, y la mitad de los expedicionarios se dieron la vuelta. Nosotros decidimos continuar, pero muy alerta porque las condiciones eran terribles. A la media hora de seguir escalando fui consciente que íbamos muy lentos y las condiciones meteorológicas estaban arreciando. Me detengo, y les explico a los salmantinos que para alcanzar la cima este día hay que ir más rápido o no lo conseguiremos. Nos ponemos de acuerdo, y nos separamos de Andrés e Iñigo, con todo el dolor de mi corazón pero yo necesitaba esta cumbre. Cortamos la cuerda y la uno a mi hermano. La decisión esta tomada. Subiré encordado junto a mi hermano, que se encuentra más fresco. Rápidamente progresamos, pues aceleramos el ritmo. Cerca de la meta Estamos solos, pues todo el mundo se ha dado la vuelta, menos un grupo de Yugoslavos y dos japoneses. Poco a poco alcanzamos un plato cerca de la cima llamado «campo de fútbol», y desde este punto divisamos la ruta a la arista cimera. Se trata de una pala de nieve muy inclinada, que ascendemos con mucho suplicio, pues era de nieve virgen y nos hundíamos hasta la cintura. Y por fin la cima apareció como de la nada, pues poco a poco se abatió sobre nosotros toda la furia del temporal y ya no se veía a más de dos metros. En la parte final de la arista íbamos literalmente sentados, para no salir volando. El viento superaba en ocasiones los 100 Km/h. Pero habíamos llegado a cima, mi hermano y yo. Nos hicimos fotos como pudimos para dejar testigo de esta cima. Llega la hora de bajar, y decidimos cooperar con los yugoslavos, porque ya no se veía nada y resultaba casi imposible dar un paso. El miedo se nos hizo presente a todos, pues la situación era infernal: 40 grados bajo cero, vientos de mas 100 Km/h, y visibilidad cero, y a 6.190 metros. En un momento caí al vacío diez metros hasta que la cuerda se tensó. Gracias a Dios no me pasó nada aunque pasé uno de los sustos más grandes de mi vida. La cima fue a las 20 horas del día 17 de junio del 2006. Mi hermano y yo se la hemos dedicado a Andrés y Iñigo, que por muy poco no lo consiguieron, también a familiares, amigos, parejas, y mis dos sponsors que hacen posible que el proyecto «Desafío Extremo» siga concluyendo con éxito todas sus etapas: turismocastillayleon y RMD. Pronto me toca la siguiente prueba: Pirámide de Castenrz, en New Guinea, ¡Nos vemos!. Jesús Calleja desde la salvaje Alaska. ESCRIBE:

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