Diario de León

El peso de la nostalgia

Los grupos que cambiaron la música leonesa en los años sesenta se subieron ayer al escenario para recordar aquel momento en el que abrieron la puerta de la movida a la ciudad

Fernando Otero

Fernando Otero

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Cristina Fanjul - león
León

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«Dicen que los aplausos son el alimento de los músicos. Hoy os pido un gran aplauso para todos los músicos de entonces que hoy habrán formado en el cielo una orquesta de ángeles». Con estas palabras emocionadas comenzó ayer el concierto homenaje a los conjuntos leoneses de los años sesenta en un auditorio -el claustro del Palacio de los Guzmanes- al que asistió todo el mundo y su abuela (frase que se utilizaba en la Inglaterra de los Beatles para calificar el lleno total en los garajes en los que se ensayaba. Había tanta gente que hubo problemas para dejar entrar a todo el que se acercó hasta la plaza de Botines y trataba de flanquear el portón de los Guzmanes. A pesar de lo que alguno pudiera haber pensado, no se cayó ninguna corchea y la música sonó mejor que nunca. Fue como hace cuarenta años, con la diferencia de que ayer ya no tenían nada que demostrar. El patio de la Diputación estuvo más electrizante que entonces y acogió un concierto en el que siete de los grupos que transformaron los gustos musicales de los años sesenta en la provincia volvieron a hacer sonar las canciones que a muchos, a ellos también, les cambió la vida. V Unión, Generación 2000, Los Mágicos, Los Megatones, Los Rolls, Los Incógnitos y Los Arañas recordaron con sus fans de antaño y con quienes siguen pegados a los ritmos de entonces cómo fue el proceso gracias al cual se produjo -Diputación dixit- la electrificación de la música moderna leonesa. Comenzó el concierto V Unión con la canción Trotamundos , a la que siguió (en español) la música de Sounds of Silence . Y lo que es el paso del tiempo... Aquella imagen que por entonces parecía tan rompedora, algunos de los ritmos y letras que en el atardecer de los sesenta se veían increíblemente transgresoras parecen hoy ya algo bisoñas. Los flequillos han dado paso a cortes más homogéneos -las calvas también han hecho mella en sus cabezas- y la placidez corporal gravita sobre algunos de ellos. Pero el tiempo no ha pasado por su maestría a la hora de arrancar los acordes de las guitarras, bajos y baterías que un día les hiciera famosos. Las columnas de la casa de los Guzmanes escoltaron ayer canciones como Twist and shout , La Bamba, Con su blanca palidez , o la archiconocida Cuando llegue septiembre. «Esta la bailábamos nosotros en el Casino, eso sí, teníamos que estirar el brazo, no fuera que pensaran que todo el monte era orégano. Que antes no era como ahora», «Y pensar que a todos ellos los vi pasar por Las Pérgolas»... Tiempo de recuerdos.

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