Diario de León

Entre sus aplicaciones, destaca la protección de obras de arte ya que no pierde transparencia

Desarrollado un nuevo vidrio que protege frente a la radiación uva

Los cristales de nueva generación son 10.000 veces más finos que los normales

La protección de obras del arte, una aplicación del nuevo material

La protección de obras del arte, una aplicación del nuevo material

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M. García - león
León

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Un equipo de investigadores ha desarrollado una nueva generación de cristales protectores frente a la radiación ultravioleta, entre cuyas múltiples aplicaciones destaca la conservación y protección de obras de arte y objetos delicados. La principal virtud de este nuevo material, hasta 10.000 veces más fino que un vidrio normal, es su capacidad de absorber en gran medida la luz ultravioleta sin perder transparencia ni solidez. Los resultados aparecen en el último número de Journal Materials Chemistry. El Departamento de Comunicación del CSIC, al que pertenecen los investigadores, informa que el investigador del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (CSIC) y director del proyecto, David Levy, ha manifestado que «con los cristales protectores que se emplean habitualmente en los museos, el uso indebido de flashes causa un grave daño a las obras de arte y a las pinturas». El nuevo vidrio actúa como una barrera y evita la absorción de luz ultravioleta, minimiza la exposición a la luz en condiciones de alta y baja luminosidad. Todo ello, sin reducir la visibilidad del objeto protegido, al otro lado del cristal, ni perder resistencia. Para conseguirlo, los investigadores del CSIC, en colaboración con Pilar García, del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, han obtenido en el laboratorio un vidrio que incorpora materia orgánica a escala nanométrica. En concreto, el grupo de Levy ha logrado incorporar un aditivo orgánico dentro de un vidrio de sílice preparado a 25 grados centígrados. Este vidrio, que posee una gran porosidad interior, está formado por numerosas y pequeñas cavidades vacías de escala nanométrica (10-500 nanómetros de diámetro), donde pueden ser albergadas las moléculas orgánicas encargadas de eliminar la radiación ultravioleta. El proyecto se basa en la técnica de preparación de vidrios a bajas temperaturas Sol-Gel, desarrollada por el propio Levy en 1984. Este proceso, que produce cristal a partir de componentes iniciales líquidos, permite incorporar en el vidrio nanocompuestos orgánicos activos, en función de necesidades específicas. Más energía y menos impacto Los resultados de la investigación, en la que han participado Jordi Figueras, Teresa Puig y Xavier Obradors, del Instituto de Ciencias de Materiales de Barcelona (CSIC), están ya disponibles en la edición digital de la revista científica Nature Physics. El trabajo de este equipo del CSIC demuestra que el rango de campos magnéticos en el cual un superconductor es útil puede aumentarse de forma considerable, introduciendo defectos del tamaño del nanómetro. Esto aporta rigidez a los vórtices de corrientes y permite inmovilizarlos incluso en estado líquido. Mediante este método se conserva la propiedad clave de los superconductores: la ausencia de pérdidas al transportar electricidad. Según explican los investigadores, estos nuevos superconductores se asemejan a algunos materiales compuestos ya conocidos, en los que se mejora sus propiedades al introducir una mezcla de dos materiales distintos. Del mismo modo que el hormigón de las vigas se vuelve más resistente al introducir en él barras de acero, cuando se introducen defectos nanométricos en los superconductores, los vórtices quedan inmovilizados y el límite del campo magnético que puede generar el superconductor es mucho mayor. Estos nuevos superconductores desarrollados por el equipo del CSIC podrían emplearse, según sus autores, en la fabricación de nuevas generaciones de reactores de fusión menos costosos, así como en el desarrollo de motores, generadores eléctricos y transformadores más eficientes y con menor impacto ambiental. Asimismo, los nuevos superconductores podrían aplicarse al diseño de nuevos acumuladores de energía eléctrica y limitadores de corriente que permitirían una gestión más inteligente de la red eléctrica y promoverían el uso de las energías renovables intermitentes.

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