León ya es algo fantástico
La cabalgata fantástica traslada a los leoneses en la noche de San Pedro al ambiente de los cuentos de druidas y dragones con la imaginación, el fuego y la pólvora como protagonistas
Se anunció como prólogo de la llegada del día de San Pedro una cabalgata fantástica al ras de la medianoche. Y desde el principio cumplió con su componente fantástico: iban delante la Policía Local y el 112. Como la noche gustaba de ofrecerse para el paseo y la mirada, los sitios en primera fila de la carretera y sobre los bordillos se disputaron a carrera tendida, como si lo más importante fuera ver los zapatos de los integrantes de la comitiva. Todos dispuestos para el cortejo de fuego y fantasía que recorrió el eje límite de la ciudad diseñado por el río Bernesga desde el paseo Sáenz de Miera, a través del paseo de la Condesa de Sagasta, hasta llegar a la explanada frente al Auditorio Ciudad de León. Siempre a su aire Sólo prefirieron perderse el paso de la cabalgata algunos distraídos -pantalón caído, cinturón ancho, bailarinas de brillantina, flequillo descolocado sobre los ojos- con bolsas de plástico de los supermercados cercanos, de las que se cayó alguna botella de fanta naranja que acompañaba al whisky, el ron y la ginebra. No le hizo falta a las compañías que formaron la cabalgata. Pipototal, Saurus, Carros de Foc, Ale-hop y Saupalin, echar mano de esos líquidos. Llegaron con sus espectáculos diseñados al milímetro para fascinar desde Francia, Holanda, Valencia y Madrid. Despertaron a los miles de leoneses con sus recursos imaginativos y fantásticos dignos de haber sido alumbrados por la mente de Tolkien: hormigas gigantes, engendros con pinta de extraterrestres, alienígenas revisitados, dinosaurios y dragones con bruja incluida -de las que no necesita ni escoba ni verruga-, hombres y mujeres convertidas en rueda, una chica que quería ser modelo de Leonardo da Vinci en su búsqueda del vuelo humano, un velero bergantín por cuyo mástil de sábana descendía una muchacha con artes de trapecista, un cortejo de payasos con acordeón y saxofón y, antes del cierre realizado por un toro de chapa con la nariz compuesta por la parrilla de un coches y una tribu de músicos de batucada dentro, la carroza de la reina de las fiestas y sus damas de honor subidas en una copia de una balaustrada de un palacio, desde donde la corte de belleza saludó a los leoneses. Olía a pólvora. Amenazaba con llegar San Pedro y llevarse a San Juan hasta el próximo año. Decía la gente que ya no quedaban fiestas. Se repartían por los jardines para ver los fuegos. Se acabó la traca. Y la ciudad quedó en Siniestro Total.