Diario de León

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La I+D+i+T y el progreso

La transferencia de resultados es fundamental para que reviertan los avances científicos y tecnológicos en la sociedad quien, de una u otra manera, los sustenta

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César A. Chamorro - león
León

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Desde hace ya varios años se han ido sucediendo diversos Planes Nacionales de Investigación Científica, Desarrollo e Innovación Tecnológica con periodicidades plurianuales y objetivos muy similares. El último, del 2004 al 2007 contempla una dotación presupuestaria de más de 9.200 millones de euros para los dos primeros años y pretende alcanzar el 1,22 por 100 del PIB en gasto de I+D para 2005 y del 1,4 en 2007. Tal y como queda de manifiesto en la exposición de motivos de este Plan, se busca contribuir a la generación de conocimiento, de manera que esté al servicio de la sociedad. Se reconoce que el Plan es clave para mantener el ritmo de crecimiento económico y social logrado en los últimos años, ya que la mejora y el avance de una economía debe estar basado en la investigación, desarrollo e innovación como elementos fundamentales de una sociedad competitiva. Al igual que en anteriores ocasiones, el Plan define una serie de objetivos sobre los que se van a vertebrar las diferentes actuaciones. La búsqueda del incremento del nivel de la ciencia y la tecnología españolas; aumentar los recursos humanos dedicados a la I+D+i, tanto en el sector público, como en el privado; reforzar los derechos y las garantías de los investigadores, etc. Inversión privada Es obvio que para lograr el desarrollo del conocimiento es necesaria la interacción de todos los agentes sociales. La participación empresarial es esencial y se estima que el sector privado habrá aportado en 2005 del orden del 55 por 100 del total de la inversión, que podría llegar en el 2007 a cerca del 60 por 100. No obstante, es necesario elevar la capacidad tecnológica e innovadora de las empresas, pero también promover un tejido empresarial innovador y crear un entorno favorable a la inversión en I+D+i, teniendo en cuenta que es necesaria una mayor interacción entre el sector público y el privado. Se requiere incrementar sustancialmente la ratio actual de 23,5 empresas innovadoras por cada 100. Uno de los elementos fundamentales para conseguir este avance en la I+D+i es la mejora cualitativa y cuantitativa de los recursos humanos, para lo que es necesario llegar a más de cinco investigadores por cada mil ciudadanos en activo. En este sentido, el esfuerzo realizado durante los pasados años ha sido importante, en particular gracias a programas como el Ramón y Cajal o Torres Quevedo. Además, se busca también superar el 29 por 100 de investigadores en el sector empresarial en el 2007, así como incrementar en más de 3.000 las nuevas plazas y contratos de investigadores en el sistema público e incrementar en más de 3.500 los nuevos contratos de doctores y tecnólogos en el sistema privado. El papel de la Universidad En este contexto, y considerando la trayectoria, las características empresariales existentes en nuestro país y nuestra realidad social, las universidades siguen siendo un elemento fundamental para conseguir esos avances científicos y tecnológicos. De hecho, durante muchos años han supuesto el sector fundamental en donde se realizaba la mayor parte de la investigación, considerando índices cuantitativos de personal, de medios y de producción. Las empresas van avanzando en ese camino de incorporarse al sistema I+D+i, pero lo hacen lentamente -probablemente más de lo deseable- porque las inercias y la preparación de personal y las necesarias infraestructuras no es algo que se consiga en espacios de tiempo cortos. Por eso, la universidad debe de seguir contribuyendo de manera significativa en este aspecto. No obstante, también adolece de un problema crónico como es la transferencia de resultados. El análisis puede ser todo lo complejo que uno quiera pero simplificándolo hay dos factores a considerar en ello: uno es la propia actividad investigadora, que debe de adecuarse a las necesidades del país, de la comunidad autónoma e incluso de la provincia, en su caso. Por supuesto, que no quiero decir con ello que haya que olvidarse de la investigación que trasciende de la aplicación geográfica inmediata -es una obviedad- ni de la básica -otra obviedad-. Me refiero al razonable pragmatismo que debe de guiar la actividad en I+D+i en instituciones con unos presupuestos limitados. El otro factor es el de la comunicación, auténtica interrelación, entre la universidad y las empresas. Se puede articular como se quiera, Servicios, Institutos, Empresas mixtas, Convenios, Contratos, Fundaciones, etc., en cada caso puede que sea diferente el medio más idóneo, pero la comunicación debe de existir de una manera fluida, ágil y rápida, adjetivos que han de hacerse extensivos a la solución de las necesidades empresariales planteadas. Hay que acostumbrar a las propias empresas a que la Universidad puede cubrir sus necesidades de I+D+i, consiguiendo lo que sería la I+D+i+T, Investigación, Desarrollo, Innovación y Transferencia de esos resultados al sector empresarial, lo que le puede proporcionar numerosas ventajas; pero también hay que acostumbrar a la universidad a «vender» su oferta, de forma que consiga una herramienta práctica de marketing que ayude a definir e implantar estructuras y estrategias de venta de la oferta tecnológica de la universidad hacia su entorno empresarial. Y, llegado el caso, que debiera ser más frecuente, dar un paso al frente a través del «spin-off» universitario. En este contexto, la creación de las instituciones y organismos universitarios que ayuden a conseguir esa transferencia es cada vez más necesario y deben de convertirse en una herramienta fundamental para la promoción de la investigación, de toda la investigación, no sólo científica y técnica, de la Universidad, y sus relaciones con la sociedad y el mundo empresarial, dando a conocer nuestras posibilidades y recursos y también dando a conocer a nuestros investigadores las necesidades empresariales. El camino es duro pero la recompensa es un éxito beneficioso para todos.

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