Diario de León
Publicado por
Antonio Núñez
León

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SIENDO yo chaval me sorprendió un día que cierto pariente le ofreciera un peseta a mi hermano, el mediano, sólo por quedarse quieto cinco minutos sentado a la puerta y sin enredar. La ganó a duras penas. Pero nuestra abuela Catalina, que conocía bien a los nietos, en vez de reirse de la anécdota y tras restarle importancia a la peseta, se quedó hondamente preocupada: «A este chico le pasa algo», sentenció. Quien haya conocido a mi hermano Manolín de pequeño y a Zapatero de mayor estará de acuerdo con la abuela en que ninguno de los dos pueden estarse quietos, si bien el segundo sale más caro. Desde luego la paz del presidente del Gobierno con ETA no va a salir por una peseta. Y, aunque no sea de la familia, servidor, como es mayor que él, también opina con acongojamiento, que a este chico, que ahora preside, le pasa algo. O algo estará tramando con tanta paz, vaya usted a saber qué. Dijo el jueves en rueda de prensa que esperaba de los vascos apoyo a la famosa pacificación. Ojo, que sólo habló de los vascos, o sea una potencial y meliflua, como el talante, autodeterminación. Y añadió luego que no iba a hacer concesiones políticas, pero que sí se reuniría con todos los partidos políticos, incluidos los macarras impresentables de Batasuna. Eso, efectivamente, no es negociar con los chulos: en mi pueblo se le llama andar en malas compañías y no sé qué será peor. A veces echo en falta a la abuela cuando sacaba la zapatilla, por cierto que con más estilo que la vicepresidenta María Teresa Fernandez de la Vega, que, menos en las arrugas, no se le parece en nada, gracias a Dios. Este rapaz de La Moncloa parece pacífico y hasta guarda un cierto parecido en lo simpático con mi hermano Manolo, el mediano, cuando se sonríe. Así que no hay que fiarse, si lo sabré yo. En cuanto al paralelismo de la peseta por estarse quieto cinco minutos y la promesa presidencial de que no se dará cuentas de los tratos con ETA hasta mediados de septiembre, a poco que se fije uno podrá observar que va un lapsus de más de dos meses, eso a reloj parado. El que quiera puede echar las cuentas en la calculadora de bolsillo a tanto de euros la hora, lo que significa que de gratis nada. Peseta a peseta este chico va a llevar a la ruina a la gran familia española. A lo mejor compensa con tal de que nos deje en paz, porque no hay quien aguante la guerra que da el puñetero de él y eso que sólo lleva dos años. No pasan ni cinco minutos sin que monte alguna barrila, a cada cual peor para tapar las anteriores, con Bush, los matrimonios homosexuales, como si fuera lo mismo una cosa que la otra, la opa a Endesa, el Estatut, los helicópteros de Afganistán, la ley antitabaco, el carné de conducir por puntos, etcétera, así todo el rato hasta lo último de ETA. Según mi psiquiatra de pago, son los síntomas típicos de un hiperactivo. Un servidor, como su abuela, sospecha de Zapatero que al chaval algo le pasa. Hay quien dice que quiere la dichosa paz -será la de los cementerios de casi mil víctimas enterradas por los etarras- a cambio de seguir en la Moncloa, cuyo alquiler no vale ni una peseta para los que somos de pueblo y no queremos líos. Paz por paz, aquí se vive más tranquilo, como dirían los clásicos. Como me voy de vacaciones, de toda esta banda no quiero saber nada a partir de los próximos cinco minutos. Allá se las arreglen con su abuela. Aun siendo consciente de que me voy a perder lo mejor: cuando éramos pobres y mandaba Franco, el pan, que estaba racionado, siempre subía en agosto y la gente ni se inmutaba, mayormente por la calor. De modo que es de temer a la vuelta de este veraneo que Rubalcaba nos venda un pan como unas hostias. Siguiendo con lo de ETA y patatín y patatán, cavila uno que este chico no está bien. Dicho por lo fino y conociéndolo como algunos lo conocemos, alguien tiene que tenerlo agarrado por salva sea la parte. No es que lo diga yo, sino el funcionario de prisiones Ortega Lara, que estuvo año y pico en un zulo y libró de milagro. Luego Miguel Ángel Blanco pagó el pato en la típica venganza del chinito cuando al primero lo salvó la policía: dos tiros en la nuca, de espaldas arrodillado y con las manos atadas. El chulo que lo palmó pataleaba, encima, hace apenas una semana contra las cristaleras del juzgado. Algo pasa. ¿Y si detrás del 11-M estuviera realmente ETA, en todo o en parte? Es una ocurrencia como otra cualquiera, aunque con este sol, a mayores de necesitar unas vacaciones, es posible que a los de mi pueblo se nos recaliente la sesera. Probablemente necesitemos turbante por encima de la boina ancha los que hemos sido del Athetic de Bilbao de toda la vida.

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