Diario de León
Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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EL ASCENSO DE la Deportiva (mucho más importante para los bercianos que una victoria de España en los mundiales -quimera suma) me hace revivir a muchos héroes que vi jugar tantas veces, y que me piden paso. Ahí van: Alipio. Portero grave, como un torero serio. Muy bueno en esa jugada que en el Bierzo llaman -o llamaban- «esbarrada». Astorgano. Portero que era taxista. También creo que no era astorgano. Célebre por sus palomitas. Carlos. El meta de mi generación. Lo tenía todo, o casi. Jugó varias liguillas de ascenso cuando no se ascendía. Eduardo. Portero incombustible, ducho y sabio. Berciano y como de la familia. Chispa. Lateral derecho racial, muy moreno, que seguía una máxima: «si pasa el balón no pasa el jugador». Y viceversa. Echeverría. Defensa central vasco, calvo, de cara redonda. Muy eficaz. Escalza. Defensa central vasco, con mucho pelo, de cara caballar. Muy eficaz. Luque. Lateral zurdo andaluz, se quedó por la zona. De juego alegre, corría la banda cuando no había costumbre. Enrique. Medio volante eternal y sabio. Emblema del club durante muchos años, capitán y de Cubillos. Disparaba desde lejos. Vizoso. Hacía el trabajo sucio en el centro del campo. Alto y potente, terror de los rivales. Martínez. Extremo derecho muy rápido que gustaba mucho a las chicas. Escobar. La técnica más depurada, el toque. Había jugado en primera división con el Celta y el Murcia. Hermano de mi tía Carmina. Pumar. Delantero acometedor, gustaba de dirigirse al público cuando metía un gol (pocas veces los metía). Erviti. Delantero navarro muy goleador y entregado. Luego se fue al Córdoba, y más tarde al olvido. Narito. Medio voluntarioso, de familia de ilustres curtidores ponferradinos. Linares. Delantero gallego y bullidor, de los que se fajan. Picos. Siempre andaba por ahí, por las alineaciones. Salvi. Regateador excepcional. Venía del Valladolid, pero tenía camiones, y muy poco tiempo para el fútbol. Tonino. Interior que llegó del Algeciras o que se fue al Algeciras. Talento y gol. De los mejores que vi de blanquiazul. Vela. Extremo izquierdo que tenía algo de chepa. Calvo, con gran toque. Sacaba los córners con admirables parábolas. Barjacoba. Nombre muy castizo para un delantero voluntarioso, aunque no muy agraciado de cara a la portería. Expedito. Jugador poco expeditivo pero muy técnico y brillante. El mejor en su tiempo. Quico. «Es el motor del equipo», contaban de él cuando yo, niño, no entendía bien que era eso de ser el motor de un equipo. Robert, Roberto Y Alberto. Jugaron en los mismos años, Robert era veloz. Y con Roberto me pasa lo mismo como con Alberto: oscurecidos ambos por el paso del tiempo. Sé, sí, que eran buenos. Rogelio. La figura. Cedido del Betis, llegó a internacional. Extremo zurdo. Ezequiel. Otro cedido del Betis. Defensa derecho. Flaco y casi aéreo. Y termino con otras personas, que fueron menos héroes: Hinojosa. Entrenador piadoso que iba a misa con gran aparato de esposa e hijos. Lo sé porque yo era monaguillo y aspirante a jefe de monaguillos en la parroquia de San Pedro. Feliciano. Presidente de aquel tiempo. Lo dejaba a veces, pero lo llamaban para reparar los desaguisados de sus irrelevantes sucesores (y predecesores). Tenía una tienda de bombillas en la avenida de la Puebla. Yo lo miraba con admiración. Merecida, sin duda. José Rodríguez. Mi tío y padrino, silencioso en la vida toda, soltero y pacífico, se volvía loco en las gradas de Santa Marta. ¡Lo que habría disfrutado con el ascenso!

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