CRÉMER CONTRA CRÉMER
Margarita Torres, cronista oficial de León
SEGÚN LOS PODERES que la ley le confiere, el alcalde del ilustre Ayuntamiento de León, don Mario Amilivia, que Dios guarde, ha otorgado a la ilustre historiadora doña Margarita Torres, el nombramiento de cronista oficial de León. Esta atribución de cronista tiene su cierto misterio porque en realidad nadie, o al menos el que suscribe, sabe para qué puede servir un encargo, que no cargo, de cronista oficial de la ciudad, de la provincia y de los territorios de ultramar; porque una vez que al interesado en la aventura se le da a conocer el título, éste, sonriendo y sin conceder más importancia que la que en verdad tiene, o se piensa que pueda tener, se pregunta: «Bueno, muchas gracias por el honor, pero ¿quieren decirme ustedes para qué sirve el nombramiento y cuáles son mis atribuciones y mis obligaciones una vez que se decide en el pleno municipal aprobar la signatura?» Y ninguno de los ilustres cronistas de León, que en la historia han sido inscritos, contesta. Porque el silencio discreto, humilde y errante es el signo más claro y terminante de la escasa importancia que en León precisamente se le concede al nombramiento de cronista. Esperemos que en el caso singular de doña Margarita Torres, suceda extraordinariamente lo contrario y que todos juntos y a una, como los de Laguna, aceptemos el nombramiento con orgullo y nos sintamos dispuestos a conceder a sus titulares los medios y la fórmula de acción que corresponde. Porque cuando el que suscribe, eleva su pregunta a uno de los Cronistas más reales y verdaderos, como era Ángel Suárez Ema, (El Bujía de la Guía Cómica de León, en colaboración con Lamparilla), el singular personaje, abría su sonrisa más leonesa, es decir con mayor retranca y respondía: «Doctores tiene el Ayuntamiento de León, que acaso, a lo mejor, te sabrán responder». Y nadie me hizo llegar nunca la razón por la cual un alcalde, éste, ese o aquel, cuando le venía en gana elevaba a la categoría de cronista oficial a un ciudadano, sin atribuirle carga ni cargo retribuido, reduciendo el menester a la categoría de funcionario libre, sin obligaciones reales pero también o sobre todo sin asignaciones que le obligaran. Llega doña Margarita Torres a la colonia de cronistas precisamente cuando el municipio, la Diputación provincial, la Delegación del Gobierno, el Defensor del Común y hasta el cabildo catedral y sus vidrieras más necesitan de la interpretación generosa de alguien, debidamente dotado, que embrace el espadón de la defensa de la ciudad y le defienda de sus muchos acosadores. Y en mi condición libérrima y también sin retribución alguna desde hace cuando menos veinte años de acción en balde, quiero hacer llegar a la excelentísima señora doña Margarita Torres mi más sincera enhorabuena por su nombramiento, deseándola ¡ay! suerte, vista a ese toro zaino que debiera ser la anotación puntual de las vicisitudes por las que pasa la ciudad, de la cual es muy digna cronista.