La gestión del bosque contribuye al desarrollo rural y al afianzamiento de la diversidad biológica 1397124194
La ordenación forestal garantiza la conservación de los bosques Obtener la Certificación Forestal
Ordenar un área forestal equivale a garantizar su aprovechamiento de la forma más racional
La ordenación forestal es la mejor garantía para la conservación, aprovechamiento racional y persistencia de los montes. Los bosques ordenados en Europa desde hace dos siglos y los montes ordenados en España desde finales del siglo XIX constituyen la demostración más palpable de la conservación de los valores naturales y paisajísticos, de productividad y de perdurabilidad. En las últimas décadas las metodologías de los inventarios forestales y las demandas sociales sobre los montes han experimentado importantes cambios. Así, por ejemplo, la leña ha perdido importancia; la preparación de madera para trituración o la obtención de resinas permanecen estancadas y, finalmente, se han potenciado las explotaciones de madera de calidad, hongos o piñas. Además, a la vez que se reclaman más espacios naturales para el tiempo libre se ha creado una conciencia social que valora más que nunca los aspectos ecológicos y de conservación. Castilla y León disfruta de un importante y variado patrimonio de montes públicos y privados y es la Comunidad con mayor superficie forestal, con 4,8 millones de hectáreas, de las que 3 millones son arboladas. Sólo en las tres últimas décadas, la superficie forestal arbolada aumentó en más de un millón de hectáreas. La Consejería de Medio Ambiente apuesta por una ordenación forestal con la que se quiere contribuir al desarrollo rural y al afianzamiento de la diversidad biológica, así como conseguir la gestión sostenible del monte obteniendo el mayor beneficio posible sin alterar sus condiciones ecológicas y que esté siempre en continua regeneración. ¿En qué consiste? Según se afirma desde la Consejería de Medio Ambiente, las decisiones que se toman en la ordenación forestal deben basarse en una sólida base técnica y contar con el mayor consenso posible porque ven su reflejo en el monte durante muchos años. Pero, ¿en qué consiste? La ordenación se materializa en tres pasos: Inventariar, Organizar y Programar los trabajos. El inventario es esencial para valorar las posibilidades y recursos que se deben potenciar, así como las restricciones y riesgos a tener en cuenta. En esta fase, se toman datos sobre factores ambientales y ecológicos (relieve, clima, calidad del suelo, flora, fauna), las características de las masas forestales (dimensiones de los árboles, relaciones entre las especies, estado sanitario, riesgo de incendios) y las infraestructuras existentes (caminos, cerramientos, tomas de agua). Se valora, además, su estado socioeconómico (usos tradicionales del monte, industrias relacionadas), que tendrá por objeto la consideración del monte o grupo de montes como generador de una oferta múltiple de bienes y servicios analizando sus condicionantes económicos y su relación con la demanda social de los mismos. Conocido el estado del monte, para lograr una gestión ordenada y racional de los recursos hay que consensuar con todos los agentes implicados (propietarios, instituciones, técnicos) las principales características de su ordenación, determinar los usos actuales y potenciales (protección ecológica, recreo, producción), las restricciones que puedan ser impuestas a los mismos, las posibilidades y compatibilidades entre usos, la determinación de los objetivos concretos de la ordenación y, finalmente, su división en zonas homogéneas de ordenación. Por último, se programan las actuaciones que el monte necesita en los próximos 10-15 años, y que son de dos tipos. Las de mejora, dirigidas a optimizar las condiciones ecológicas, de uso recreativo y de producción del monte, y las de aprovechamiento, que permiten obtener gran variedad de productos forestales (madera, setas, miel, piñones, pasto, biomasa). Tanto las especies principales (las que constituyen masas forestales) como las secundarias (se presentan aisladas o en pequeños grupos) serán objeto de tratamientos silvícolas adecuados para garantizar su persistencia, dosificar la competencia entre individuos y conseguir la mayor renta anual posible. Una vez aprobado el documento de gestión, durante los 10-15 años de vigencia de la programación se ejecutan los trabajos de mejora y aprovechamiento, tras los cuales se evalúan los resultados así como los cambios existentes en la situación del monte, y se propone una actualización de la gestión, que se materializaría en un nuevo documento. Las intervenciones de mantenimiento y mejora de los montes comprenden tratamientos silvícolas, infraestructuras viarias forestales, instalaciones de uso público o mejoras ganaderas. La ordenación asegura, además, el mantenimiento y ampliación de la masa arbolada mediante regeneración natural y repoblaciones. Con todo ello se consigue controlar la erosión, proporcionar agua de calidad, fijar CO 2 , conservar hábitats para flora y fauna, y obtener productos forestales. El objetivo final es lograr la certificación forestal, un instrumento que garantiza al consumidor que cualquier producto forestal procede de un bosque gestionado de manera sostenible. En Castilla y León esta certificación alcanza a 100.000 hectáreas de montes de utilidad pública de la comarca de pinares de Soria y Burgos y, según se afirma desde Medio Ambiente, antes de concluir este año se espera que sea concedida a 6.600 hectáreas de choperas de León y a 98.000 de pinares de Segovia.