Carcasonne, al fin

ESAS sus casas son como de casa, de aquí, muy españolas y hasta muy manchegos los sus tejados de teja árabe y no teja francesa, siendo, como es, la guapa Carcasonne, la ciudad con más cuento medieval de tout la France; úni camente se ve pizarra en los tejadillos de cucurucho de las torres esquineras en sus murallas y fortalezas; teja todo lo demás, todas las casas con teja, todas: los ensanches de hace cinco siglos, lo modernista del XIX y la ciudad de ahora que crece agazapándose discretamente entre profusión de arbolones, prados, montes y bosques que enfajan esa coquetería de ciudad, esa armonía de volúmenes construidos, ese respeto a la memoria que se goza y se palpa, ese acuerdo histórico y ejemplar entre la vecindad toda que acuerda darse mutuamente una ciudad habitable y de orgullo compartido por todos... ese -y nunca mejor traído- sentido común. Una ciudad de cuento tenía que inspirar un cuento universal: «El gato con botas», cosa de Charles Perrault, que en el XVII alumbró su inmortalidad con La cenicienta, Caperucita roja, La bella durmiente, Piel de asno.. Este dato culto que yo desconocía en relación con Carcasonne lo propinó entre sus comentarios un ciclista segoviano. A los ciclistas siempre se les suponen caras y formas de gañán por tener la jeró surcada y aviejada de soles e inclemencias y por cierto tono rústico o lumpen en sus hablares, ya que jamás salió un ciclista de entre la clase rica. Pero ese segoviano -Perico Delgado dixit- da sopas con honda a la profesión entera de comentaristas, periodistas y voceadores, porque hablando con llaneza habla con riqueza... y con humildad nunca impostada, ya que nada más embutir en la locución ese dato erudito de Perrault aclaró que era prestado, susurro que le dieron los amigos-enemigos de su compañero y jefe de retransmisión en Tve -Carlos de Andrés-, que es quien suele lucirse en este aspecto enriqueciendo el relato meramente deportivo con datos, historias y características de cada población o paraje singular por donde cruza esa gran carrera del «chaval, aprieta el culo y da al pedal», la que llaman serpiente multicolor. Lo hacen bien esos dos. Habrá que llamarles mañana a esta columna y hacer algunas odiosas comparaciones en esto de retransmitir deporte... sin desgargantarse.