Diario de León

Los otros son los que inventan

Han pasado muchos años desde que Unamuno pronunció aquella fatídica frase de «¡Que inventen ellos!». Pocas cosas parecen haber cambiado en España desde entonces

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David Gippini - santiago
León

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La investigación sigue siendo una de las asignaturas pendientes en España, un país que invierte menos que la mayoría de sus vecinos en el desarrollo científico y que todavía ve cómo sus talentos más brillantes emigran en busca de oportunidades para desarrollar su potencial. Esta es una de las conclusiones que se extraen de la lectura del informe Radiografía de la investigación pública en España , un estudio coordinado por dos de los pesos pesados del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC): Jesús Sebastián, vicepresidente de política científica de la institución, y Emilio Muñoz, presidente de esta en los años ochenta. Los participantes expresaron algunas de sus ideas sobre el estado de la ciencia. El diagnóstico está claro: «Hemos mejorado mucho en los últimos años, pero no estamos donde debíamos estar; España es una potencia económica, está en el grupo de los países desarrollados, pero nuestro sistema de I+D no se ajusta a esa realidad», resume Emilio Muñoz. Situación inexplicable Más difícil resulta explicar las causas de esta situación; Muñoz apunta a que «a la sociedad española no le interesa la ciencia; aquí lo que se busca es la suerte, el pelotazo, los juegos de azar, pero la idea de invertir en ciencia y esperar años para ver los resultados no resulta atractiva». Su colega del CSIC Jesús Sebastián también alude a las responsabilidades políticas: «En los años ochenta se produjo un impulso de la investigación muy importante, pero se ha ido perdiendo en los últimos años. Y lo que no puede ser es que la política científica dependa del gobierno de turno». En este punto, nadie se salva de las críticas. La etapa de Aznar en el Ejecutivo es considerada estéril por todos los participantes en el encuentro, mientras que el Ejecutivo actual «está haciendo un esfuerzo presupuestario, pero no organizativo; están gastando más dinero, pero no saben qué hacer con él», señala Jesús Sebastián. En este punto, Rogelio Conde Pumpido interviene para subrayar que «falta una política de Estado que sostenga las políticas autonómicas; la mayoría de las comunidades lo que hacen es un seguidismo de la política estatal, cometiendo los mismos errores y hacen que ninguno coordine así sus actuaciones». En el esfuerzo por buscar las causas del atraso científico español, Xavier Vence se remonta más atrás y asegura que España «está pagando las consecuencias de la falta de una política científica entre 1936 y 1980; además, la economía crece por encima de la capacida de la tecnología, faltando una parte de las aplicaciones industriales, y las empresas tampoco asumen su cuota de responsabilidad en el sistema del I+D». Recursos desaprovechados Pero no solamente el Gobierno central o el sector privado están en el punto de mira. También las comunidades, que no sólo han repetido los errores del Estado, sino que han desaprovechado buena parte de los recursos europeos. «Estamos ante la última oportunidad para España de situarnos en el lugar que nos corresponde», asegura Salustiano Mato, para quien la solución pasa por una coordinación inteligente entre las comunidades para aprovechar el potencial estratégico de cada una de ellas. Un objetivo que implica reformar el marco legislativo: la Ley de la Ciencia de 1986 está «obsoleta» y «caduca», según la opinión unánime de los contertulios, que también se muestran partidarios de un relevo en el Ministerio de Educación y Ciencia e incluso de la creación de un departamento específico para la investigación. Quizás así, la frase de Unamuno pasaría definitivamente a la historia.

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