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DE LYON saben todos que es ciudad de Francia y que copiamos una plaza suya para plantarla aquí castrando tejos en San Marcos, pero ignoraba que existiera también un pueblón coqueto y turístico en Las Landas que se llama Léon, con el acento adelantado a las vísperas. Hace diez días pasó por allí el Tour con su lección de geografía y sus agravios comparativos con paisajes que parecen dibujados por pintores en tapete emsamblado de cultivos, intensidades, bosques y verdes en borrachera, carreteras con arbolones que aquí talamos y arcenes rapuchados, limpios, pueblos sin estridencias urbanísticas ni barullo de solares. De esos paisajes, lo único que copiamos son los ríos apresados de soto robado y estaciones de esquí que ponen lo marbellí a escalar sus puertos. Pero hay más ejemplo a seguir que a repudiar. En un denso paraje forestal es donde apareció ese Léon. ¿Tomaron nota? Gusta a los untamientos ahora hermanarse con ciudades que muchas veces se eligen lejísimas para que concejales y arrodillados puedan premiarse con excursiones indecentes. La ciudad de León lo hizo con varias, pero paradójicamente no con ciudades tocayas (lo de León de Guanajuato fue inicitiva mejicana). Hay nombre hermano de León en ancho mundo, Hispanoamérica, especialmente: Leon nica, yanqui, hondureño, mejica, brasileiro, venezolano... En Argentina, incluso, existe una localidad de eco ventero llamada La Leonesa, como las infusiones, y sugiere haber sido fundación tenderona, un inicial colmado de emigrantes cazurros al que creció después un poblado. Para dar contenido a un vacío Quinto Centenario del 92, concebí un plan de contacto y conocimiento mutuo entre ciudades americanas y españolas nombradas con cuño leonés o castellano. Filmaríamos documental de cada una, instauraríamos contacto estable entre sus medios informativos e instituciones públicas. Se aplaudió y cuajó el proyecto (costaba dos perras y su eficacia en el futuro era prometedora), financiándose a medias entre las Cortes regionales, la Junta y Tve, pero al poco cambió el gobierno en Pucela y J.M.Aznar (que odiaba la tele pública y sociata) se cargó aquel sueño, carpetazo al canto y al conto. Vaya. Pero tranquilo: alguien vendrá a pillarlo por el rabo algún día, parece seguro, porque esto no c'est Léon, sino León.