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LO LLAMARÁN estrés, pero es impaciencia. Y la impaciencia es andar sin paz. La paz huye cuando el mañana es un enigma o un miedo. El miedo guarda la viña. Una viña no hace campiña. A la campiña no llama así nidiós en el campo. El campo que más produce (sin nitratos, pero con nandrolona) es el campo de fútbol. El fútbol tiene dioses. Los dioses se copian y se odian; y sus jefes de prensa o enviados son los que montan las religiones. Las religiones no inventaron las guerras; fue al revés. El revés de Nadal es su arma más poderosa. Un arma poderosa hace a su dueño más dueño. El dueño sólo busca rentas. Rentas son amores y no buenas razones. Razones razonadas y razonables no es lo frecuente. Frecuente y jaleada es la abolición y muerte del dogma. Cuando un dogma o una larga verdad se destituyen, después sólo quedan opiniones. Con opiniones nunca se construyeron uniones. Sin uniones no se conquistan derechos ni se levantan catedrales o países. Los países tienen mucho que ver con la propiedad. La propiedad es por naturaleza miedosa y siempre mira de reojo por defenderse o lanzar bocado. El bocado de la comisión y el unto está grapado a toda cantidad de dinero que circula entre dos puntos demostrando que la línea más corta es siempre la curva circunvalante. La curva circunvalante no fue inventada por las rotondas. Las rotondas ahorran cacharrazos y demuestran la bondad del círculo. En círculo come y se gobierna el pueblo que no tiene jefes profesionales. Los jefes profesionales no necesitan un sindicato para defenderse; tienen un boletín oficial. El boletín oficial no es nada aburrido porque ahí salen todas las bodas políticas puestas a parir cargos. Los cargos no son necesariamente empleos. Los empleos no son necesariamente trabajos. Los trabajos nunca hicieron rico a nadie, así que ya van quedando muy pocos que crean en algo más que en la lotería. La lotería alimenta ilusiones que todas las veces terminan rompiéndose. Rompiéndose la ley nace el apaño. El apaño se sienta en corporación. Una corporación apañada pone en peana el cohecho. El cohecho es nuestro padre. Un padre ilegítimo puede convertirnos en hijos de puta. Ser hijo de puta causa mucho desasosiego... de ahí esa impaciencia que nos consume, aunque algunos la llamen estrés.

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