Diario de León
Publicado por
Antonio Núñez
León

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CUANDO veraneábamos con Aznar se sudó la gota gorda hasta entender lo que era la escuela de pilotos: luego resultó humo de propulsión a chorro, que es como explicaban antaño los maestros la estela dejada por los reactores al sobrevolar los palomares del pueblo. Visto y no visto. Este mes de julio, de vacaciones con Zapatero, no hubo ni una mala nube para disimular la visibilidad de las promesas del nuevo Gobierno, así que, a pleno sol y botijo en mano, seguimos esforzándonos en adivinar qué pueda ser el famoso Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación, más conocido por Inteco, que según los sabios más sabiondos de La Moncloa ya está aquí con cientos de millones de euros de inversión y nada menos que tres mil empleos. Oteando, sin embargo, el horizonte con la visera bien calada por estos sequedales sigue sin divisarse nada: en vez del Eurofighter sólo para el Alsa, como siempre, y, en tocante al Inteco, no pasa de ser una realidad virtual, si es que pasa algo, como juran en el PSOE. «A mí me parece un espejismo», le dijo el otro día a un veraneante con gorra y coche oficial uno que se aferra a la boina en invierno y en verano y que tiene entre ceja y ceja a Zapatero, más que nada porque es cejijunto, como los paisanos rurales que dibujaba tan bien el humorista Gila, otro tipo con las ideas siempre frescas debajo de boina propia. Lo del Inteco ya es cosa de chiste tras la visita del presidente Zapatero el otro martes a León para ver cómo evoluciona lo suyo de cara al futuro. En un edificio desahuciado va ya para dos décadas por Telefónica en la capital, el paisano que preside los destinos de España y, por extensión de León, pasó revista en una apretada agenda de visita a tres pantallas gigantes de ordenador, estilo mundo mundial, y a otras tantas secretarias de última generación. En fin, la órdiga. Debió de quedar tan perplejo del proyecto como nosotros, limitándose a farfullar a duras penas aquello de «sin comentarios». Mejor así, porque los miles de empleos prometidos no pasan de veintipocos enchufes, tanto en el sentido eléctrico como en el laboral. Quienes tenemos hijos fiábamos el futuro en tiempos de Aznar a colocar al chaval de azafato en la escuela de pilotos y a la chica de comandante consorte. O a la inversa, dicho sea para no cabrear a las feministas. Eran mil y pico salidas profesionales como otras cualquiera. Pero cambió el Gobierno y se nos bajaron los humos antes de que apareciera el reactor a chorro, tal que cuando el señor maestro. Ahora aparecen en pantalla la tira de ofertas laborales en el Inteco, de modo que, después de chatear mi niña pequeña por Internet y yo por las tabernas, llegamos ayer a un consenso generacional: «toca esa tecla», le prometí, como si fuera Zapatero. Pero salió lo de «vuelva usted mañana», porque aún no había plazas. Periodísticamente hablando tuve que consolarla con el rollo ese de que ahora a los jóvenes se lo dan todo hecho en la red de Bill Gates, donde no pocos se columpian, pero conviene seguir leyendo a Mariano José de Larra, etcétera. En la ventalilla oficial de los grandes proyectos oficiales para León siguen haciendo cola, da igual el presidente de turno, que uno recuerde las siguientes instancias: el paso a nivel del Crucero por arriba o por abajo (señor, qué cruz); la ronda de circunvalación de La Virgen del Camino (y qué caminos de la virgen); la ciudad de la energía de Ponferrada o Ciemat, con otros mil puestos de trabajo electrocutados a poco que le parta un rayo a la viejina térmica de Compostilla, y así todo. El caso más dicharachero es el del parador de turismo de Laciana, prometido hace igualmente dos invernadas, que tiene casi cien ofertas de suelo, como quien dice gratis en los pueblos del entorno y que la Secretaría Nacional de Turismo no ha empezado porque aún busca un «enclave idóneo». Cómo, pues que despidan a los funcionarios y contraten al oso Yogui, que es apolítico. Lo peor que tiene el verano leonés es que hace calor. El vecindario se refugia en las bodegas procurando equilibrar la temperatura corporal con la del vino tinto, mientras la clase gobernante se expone sin pudor al sol para salir en las fotos del periódico presidiendo ferias de ajo, torneos medievales a lo doña Urraca con sudores fétidos de a ver a quien le huele mejor la camiseta en las próximas elecciones, y así todo el verano. Y para agosto falta todavía pasarse por el sobaquillo nacional lo de las negociaciones con ETA. Hay que ser muy frescos para anunciar ahora otro Inteco en Extremadura (Cenatic, le llaman allí) y convocar un «concurso público de ideas para hacer el de León a estas alturas de la película. El caso es que algunos se lo creen todo. Respecto al concurso, servidor ni puta idea.

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