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LOS CLÁSICOS de la música vasca son, como los irlandeses, hijos de los ecos de una iglesia, música de bóveda con acordes ceremoniosos y latidos en el alma pequeñina. Enia, la irlandesa genial de melodías envolventes, es puro canto de coro... a su aire. Jesús Guridi, el que mejor plagia el alma cantada de las tierras vascas, suena perfecto y de casa en cualquier basílica. Hay una de sus «Diez melodías vascas» que siempre que la escucho me salen caseríos por los poros. Es muy pastoral, de gran pompa, suena a paisaje y, a la vez, a danza de cortesanos. Por dos veces la escuché en la radio del coche en el canal clásico de Rne justo cuando cruzaba tierras vascongadas, cosa que no es tan frecuente como quisiera... y me estremecí... sobre todo, la segunda vez, no parecía normal, reiterada casualidad, era señal o no... qué raro... porque ver los montes de Euskadi con aquella pobladura verde escuchando a Guridi es comprender, esponjarse y empapar la tripa de emociones viejas. Siempre que vuelvo a Guipuchi o cruzo lo alavés y lo vizcaíno, pongo Radio Nacional de España esperando ver de nuevo si radian otra vez esas diez melodías. No se volvió a dar el caso. Sin embargo, lo curioso es que en esa misma emisora (pública y nacional) hay una danza vasca versionada de múltiples y muy sugerentes formas que puede escucharse (sin que la repitición fatigue) cada tres o diez minutos, muchísimas veces al cabo del día marcando siempre en cada versión el ritmo del baile de saludo que hace el dantzari, baile en el que se inspiró el compositor, porque es melodía folklorista, la más popular de Guridi. Esa frase musical es la sintonía oficial que puso el franquismo en los años cuarenta a la emisora estatal, la red de radios nacionales... melodía calculadamente vasca. Y aquí sigue sonando hoy. Muchos vascos ni lo saben. Ahora sólo falta que venga un tonto o doctorado en abatimientos exigiendo devolverla o cambiarla por un himno al arco iris. Dirá al efecto que con esa sintionía se abrían los «partes» de la dictadura en todas las emisoras que hasta morir Franco estuvieron obligadas a conectar con los diarios hablados de Radio Nacional, sin poder elaborar informativos propios. En fin: sorprendente y curioso que la música del «parte» sea una danza vasca. Tiene sus bemoles la cosa.

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