Diario de León

Diccionario de superhéroes

La editorial Dib Buks publica «Seres extraordinarios», delicioso compendio de ilustraciones del fallecido artista leonés Tino Gatagán, prologado por Merino

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E. Gancedo - león
León

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Fue sin duda uno de los grandes maestros de la ilustración española de todos los tiempos, y era berciano de Villanueva de la Abadía. Tino Gatagán, el gran Tino Gatagán, nos dejó huérfanos de su talento el año pasado en Madrid, pero, a cambio, nos legó una herencia de valor incalculable: un espectacular testimonio tanto de su creatividad, imaginación, destreza y veteranía, como de una humanidad ancha y abierta a la universalidad. Ese legado reside en sus obras y en el recuerdo y cariño de quienes le conocieron. Su viuda, Lola Aldeiturriaga, se encuentra en pleno proceso de recopilación y catalogación de una cantidad monumental de dibujos aparecidos en cientos de libros. Que no se pierda su herencia artística es, en estos momentos, su principal preocupación. «Tenemos más de 3.000 originales», comenta. Y todos ellos esperan ser ordenados, reunidos y catalogados adecuadamente, una labor que ha iniciado Aldeiturriaga con el mayor entusiasmo. El primer peldaño de este trabajo es sin duda delicioso. Los mejores dibujos que sobre héroes y personajes trazara Gatagán a lo largo de su fecunda vida se han materializado en el libro Seres extraordinarios , un compendio de ilustraciones que ha sido publicado con todo cuidado por la editorial madrileña Dib Buks. Lola Aldeiturriaga asegura que también hay otras fantásticas series relacionadas, por ejemplo, con automóviles o con los indios americanos. Series que no tardarán en salir. «Se trata de libros especializados en áreas temáticas, y muy bien diseñados», dice, agradeciendo y elogiando la labor de Dib Buks. La obra, además, oculta otra sorpresa: un muy sentido prólogo del que se ha encargado el escritor leonés José María Merino. Escribe en él: «La ilustración nació como un conjunto. El ilustrador era el mago que, con la evocación firme y permanente del animal, aseguraba otra caza simbólica que tenía un poder de sugestión y esperanza tan formidable como la vida real». Merino compara al berciano, en cada período histórico, con el mejor miniaturista medieval, el más diestro de los impresores renacentistas o el más sugerente grabador decimonónico. Y concluye: «Apasionado con la entrega de los antiguos maestros, Gatagán ha sido representante fecundo del mejor arte de los ilustradores».

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