Diario de León
Publicado por
Antonio Núñez
León

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TENEMOS un presidente de Gobierno que no ha hecho la mili, lo cual explica recientes hazañas bélicas de nuestras tropas como el último avance hacia la retaguardia en Irak. De hecho la única con cara de sargento en el consejo de ministros es la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, que guarda un familiar parecido, según dice mi suegro, con el general Montgomery, el de El-Alamein de la segunda guerra mundial. En cuanto a los ministros de Defensa, Bono era el que tenía más preparación militar, si bien cuando era alférez de complemento en Aranjuez confundiera, como reconoció él mismo en una entrevista, a cierto conserje de palacio con el mariscal de campo. Tras mandar formar la tropa a toda pastilla y sable en mano el enredo se resolvió contrastanto los galones de la bocamanga. Aparte de la anécdota, Bono demostró aquel día que lo suyo era la política, siguió ascendiendo en el escalafón y, si ahora ha sido degradado, es sólo porque Zapatero lo quería el último de la fila. En el desfile de nuestra defensa nacional abandera ahora a la tropa el leonés José Antonio Alonso, otro del cuerpo jurídico como Federico Trillo con Aznar, manda güevos , al cual el valor se le supone tal que a los de mi quinta en la cartilla militar. De momento Alonso piensa mandar al Líbano, la tierra de las Cruzadas por antonomasia, una batallón de 700 soldaditos españoles -hay quien dice que dos- para interponerlos en son de paz entre moros, judíos y cristianos maronitas. Ojalá la cosa acabe en fuegos artificiales, le ha avisado ya Zaplana, y no haya que lamentar más bajas que la del direcror de la banda de música de su pueblo al que un cohete le llevó un brazo cuando la última guerra de moros y cristianos. Pero ahí sigue, con el otro de batuta y más moral que el Alcoyano. Esto es de traca. Nos fugamos del Sáhara pero mandamos aspirinas a los campos de regugiados de Argelia. Echan a Repsol de Bolivia y enviamos guardias civiles a Haití, Guatemala y fragatas a Venezuela. Será para rodear a Evo Morales. Salimos volando de Irak y se nos caen los helicópteros en Afganistán, done enarbolamos como fuerza de paz bandera blanca (eso dicen al pairo las enaguas de las legionarias) y la última es lo del Líbano, tierra donde los nuestros van a meterse -ya veremos cómo salen- donde no les llaman. Que me perdone el sargento Paniagua, que nació para chusquero e hizo el servicio conmigo, pero eso no se le ocurre ni a él. A estas alturas de la vida es probable que haya evolucionado mucho la estrategia militar, que básicamente consistía en que tu estabas aquí y ahí enfrente el enemigo. Toda la ciencia militar de esos que lucen la tira de medallas en la pechera se resumía en dos ideas o neuronas: una, defiéndete si puedes; y, dos, cuando el otro no pueda, tú contrataca. Todo lo demás son pamplinas. Con suerte y si éramos más de dos, rodeábamos al otro, y punto. Tácticas de combate de manual, según el teniente. Eso era antes, cuando tenías al enemigo de cara y avanzabas (la vanguardia) o reculabas (la retaguardia). Ahora con la ONU vas a partirle la cara a un rebaño de terroristas islámicos, pongamos por caso, y te acompaña en el banderín de enganche de la Legíón, donde es fama que nadie pregunte de dónde eres, un turco de la OTAN, otro rubio de Alemania para arriba, un negro subsahariano del desierto para abajo, el clásico japonés digital (nunca se sabe cuántos son), los rusos, la plaga de los chinos, que no cuentan, o incluso un cuñado de los cientos que debe de tener Bin Laden, familia numerosa de constructores que posiblemente haya llegado hasta Agelco, según decían confidencialmente ayer en la caja de ahorros. No hay quien se aclare mucho más en política internacional ni en la otra y hasta los vecinos del ministro Alonso, paisano del barrio del Crucero, esperan una explicación del estilo de «ojo al tren, que de las vías para acá son de los nuestros, o sea de izquierdas hasta que hagamos el paso a nivel, y de la barrera enfrente y del río para allá, todos ricos de derechas». Bien mirado, es lo único que está claro. En cuanto al mapa mundi de Zapatero lo más que puede decirse es que, como no fue destacado a parte ninguna en la mili, tanto él como el ministro Moratinos se ponen la escoba al hombro como quien carga la fusila: barrida diplomática en Irak, Venezuela, Cuba, medio polvo en Afganistán, pasar la balleta en el Líbano y ya en casa, darle lustre a Eta. No hay mes sin que no meta al país en un fregado. Mi antiguo sargento de cabecera, que ya está en la reserva como yo, me lo avisó otra vez ayer bien claro como si los dos nos hubiéramos reenganchado a la mili: «Ojo con las escobas, que las de este chaval las carga el diablo».

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