Diario de León

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LAS PLAYAS del veraneo cazurro fueron siempre las montañas, mar de peñas encrespadas, galerna de piedra con puertos de paso y pasto... veranias, brañas... A las montañas se sube para encontrarse... con el techo de la vida y con la pequeñez de las gentes, con el silencio de la nada y con uno mismo. Sube el montañero de andar, el alpinista de trepar y los ganados que trashuman... sube la tortilla de tartera y el filete empanado... y suben rebaños de letras porque la montaña es filón de historias desde antes del Cretácico. Las noches larguísimas de la montaña oscurecida de invierno dan para narrar, leer y escribir casi de forma inagotable. Lo demuestra hoy en Posada Jose Santos de la Iglesia Ugarte que presentará allí su libro «Valdeón, un fragor de vida en los Picos de Europa», libro de observaciones ordeñadas a caminatas por entre aquellos farallones y a filorios de vecindad vieja que nutrieron esos encuentros del autor y su mujer (con su perro en compañía y de testigo) y esas veladas de informantes con viejas tradiciones, costumbres, usos populares y tanta vida que ya está fosilizada, pero aún muy viva en la memoria de la edad. De la Iglesia Ugarte, bien conocido en el mundo de la cultura musical por su reconocida talla internacional como concertista de órgano, lleva bastantes años subiendo cada verano a los puertos y a la vida en el macizo occidental de Picos apoyándose en la curiosidad y la observación, desentrañando los pliegues del tiempo y fascinándose con el bullir latente que se anuncia en cada revuelta de senda y hasta en las paredes verticales por las que anda el rebeco. No es leonés Jose Santos y eso le confiere una interesante neutralidad en esa pasión suya por este valle que no puede esconder. Seguramente, por ser de fuera verá y sentirá cosas que al aborigen le sobran o no aprecia. Y a otras montañas, ahora del Luna, subirán el diez de septiembre los convocados por el campanazo del cencerro y de la Fiesta del Pastor en Barrios de Luna. Manuel Rodríguez Pascual, que es el que más sabe de trashumancias y lo avala con una obra insuperable y enciclopédica, será en esta edición el «pastor mayor» y tendrá como rabadán de honores a Jose Alvarez Pozal, babiano de Torre y mayoral del conde de la Oliva. ¡Qué bien les cuadra a los dos el reconocimiento y el rango!... por debido y merecido... qué bien.

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