Diario de León

LITURGIA DOMINICAL

Los que se alejan

Publicado por
JOSÉ ROMÁN FLECHA ANDRÉS
León

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HACE mucho tiempo que no sabemos nada de ellos. Con frecuencia nos lamentamos del abandono en el que nos han dejado los que considerábamos amigos. Ni una visita, ni una carta, ni un mensaje. Nada. Y nos preguntamos en qué les habremos ofendido. Pero las cosas no son nunca tan sencillas como parecen. Seguramente los que eran nuestros amigos se hacen sobre nosotros las mismas preguntas. Confiaban en nosotros y han constatado que los hemos abandonado, a veces cuando más nos necesitaban. Los abandonos no sólo se dan entre los amigos. Rompen también la convivencia y las mejores promesas entre los esposos. No es fácil mantener la fidelidad. Y no es fácil adivinar cuando se inició el camino que llevaba a la lejanía entre los dos. También los que se decían creyentes han abandonado muchas veces la fe y las responsabilidades que comporta. Los motivos son con frecuencia triviales. En realidad, la causa es la vida cómoda, el desaliento, la fatiga, el cansancio. O la presión de la opinión pública. Una sola noche En el evangelio se recoge una inquietante pregunta de Jesús: «¿También vosotros queréis marcharos?» (Jn 6,68). El Maestro ya no se dirigía a los judíos que se habían escandalizado de su discurso sobre el pan de la vida. Ni a los discípulos que se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Se dirigía a «los Doce» que él había elegido especialmente. El motivo aparente era su rechazo a las palabras con las que Jesús se presentaba como el pan del cielo que da la vida eterna. Aquel modo de hablar les parecía inaceptable. El motivo verdadero era, una vez más, el desen canto ante el mesianismo de Jesús. Los creyentes de hoy no tienen motivos profundos. Ya escribía Erich Fromm que los ateos de hoy no han perdido una sola noche de sueño para analizar sobre las razones de su ateismo. Han dejado de creer porque ahora se lleva la increencia. El pueblo de Israel prefirió al Señor antes que a otros dioses (Jos 24, 15-18). Claro que hoy los que se consideran creyentes tampoco se han desvelado para reflexionar sobre las razones de su fe. Hay creyentes no practicantes. Pero hay también practicantes no creyentes. «Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo, consagrado por Dios». Esa respuesta de Pedro es una magnífica confesión de fe: ¿ «Señor, ¿a quién vamos a ir?» El cristiano tiene la experiencia de que nadie más puede responder a sus interrogantes más hondos. Si los amigos fallan, las ideas son vacías y los programas políticos y sociales engañan a los incautos. Sólo el Señor permanece. ¿ Tú tienes palabras de vida eterna». Las palabras humanas se las lleva el viento. Incluso las palabras escritas son manipuladas y negadas. Se utilizan como arma o como anzuelo, como disfraz o como moneda que se devalúa y caduca . La palabra del Señor es duradera. ¿ «Creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios». Muchos conocimientos son provisionales. El saber que se identifica con el creer se apoya en la veracidad del mismo Dios. Quien cree en Jesús lo acepta como su Señor y Salvador. - Señor Jesús, tus palabras son nuestro apoyo. Fieles a ellas te seguiremos y podremos dar frutos de vida. Amén.

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