Diario de León
Publicado por
Antonio Núñez
León

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A FRAGA los gallegos del Río de la Plata le votaban por valija, aunque la diplomacia no fuera precisamente su fuerte. De ahí los frecuentes viajes al otro lado del charco prometiéndoles aún no se sabe qué, porque allá, por suerte para ellos, no tenía jurisdicción. Pero votaban y eso es lo que cuenta en el recuento. Las mismas cuentas ha debido de echar también Zapatero, sólo que al revés, y le salen: en las próximas municipales podrán tener derecho al voto en España más de dos millones de inmigrantes, que, teniendo en cuenta lo ajustado de los sondeos entre él y Rajoy, está claro a quién van a beneficiar. Y, al contrario que don Manoliño, el leonés ni siquiera tiene que moverse de casa. En vez de por correo le lloverán las papeletas en cayuco y patera. En justa correspondencia con los «papeles» que él ya les ha dado. «Si no me votais, la documentación es papel mojado»», puede ser el lema de la próxima campaña. Así están las cosas o, mejor dicho, así se van a poner si prospera la propuesta del PSC catalán y de IU sobre el derecho al voto de los inmigrantes, el último globo sonda de este verano que, por el momento, sólo está inflándose a la espera de volar muy alto teledirigido desde La Moncloa. Zapatero nunca da puntada sin hilo y menos con riesgo de que se le pinche el globo. Lo del PSC se entiende porque es natural que quieran comerle por lo menos la mitad de la merienda a CiU por el sistema de agrandar el bocadillo del censo electoral. O sea, la mayoría en el Parlament. Ya lo ha dicho Durán i Lleida, al que han tildado de xenófobo, y con razón, por dudar que los restaurantes del barrio chino rotulen alguna vez en catalán, visto el trabajo que cuesta ligar el pan tumaca con un rollito de primavera, sobretodo en las elecciones de la próxima. Los charnegos, con ser igual de forasteros, se adaptan mejor a la butifarra. No tiene explicación, en cambio, el entusiasmo de IU y de su líder, o lo que sea, Gaspar Llamazares, al que en las encuestas electorales se conoce ya como el increible hombre menguante. Si cree que le van a votar los rumanos o los búlgaros, próximos camaradas de la UE que conocen de sobra de qué va el rollo comunista, va dado. Es razonable que alguien que ha venido a avecindarse entre nosotros tenga algo que decir sobre el señor alcalde, pero otra cosa es que decida él con cuatro días que lleva en el convento y otros tantos que le quedan dentro, según el conocido refrán del fraile, al gue le daba igual mear, con perdón, en cualquier sitio. Y quien dice lo primero dice votar a cualquiera con tal de quedar a gusto. La vida en el poder es como un suspiro, debe de pensar Zapatero, o, por lo menos, que cuatro años se pasan volando, sobretodo cuando se llega a él en una voladura de trenes. Así que más vale bajar de aquel limbo electoral, poner los pies en el suelo y apañar los votos que se pueda: aquí invitados de una boda gay, allá un cayuco y -cueste lo que cueste a los Presupuestos del Estado, no a él- una subida a las nubes de los sueldos de los funcionarios. Parece una bobada, pero aquí hay otro millón largo de votos. Rajoy lo considera un rival de poca altura y quizá tenga razón, pero ya de pequeño era un chico muy peligroso y apañado en la secretaría del PSOE de León, tanto que lo apañó todo. Ojo al parche porque ahí está la clave de las próximas elecciones municipales. En León, por ejemplo, el último concejal se jugó por sólo setenta y pocos votos. Y ya ha salido otro globo sonda por ahí preguntando a las asociaciones de inmigrantes si, de paso, también les gustaría votar en las generales. Esto sonaría a chino en países serios, como Inglaterra, Suiza o Estados Unidos. El propio gobernador de California, Schwarzeneger, actor de postín, no puede presentarse a presidente a pesar de que es más bestia que Bush y ha matrimoniado con una Kennedy. Son un país de inmigrantes anglosajones, judíos, irlandeses, chinos y morenos de Junta Kinte, tatarabuenos de Condoleezza Rice, donde para votar hay que echar raíces una generación, pagar impuestos y tener, como mínimo, dos tarjetas de crédito. Este es un modelo serio, aunque algunas veces se pasan, según el propio John Wayne, al no dejar que voten también los indios. El voto de los inmigrantes dará mucho que hablar de aquí a tres o cuatro meses, aunque en este agosto de vacaciones casi nadie haya visto pasar el último globo sonda de Zapatero. Y, si el PP lo vio, tampoco ha querido pincharlo, porque, como no está al alcance de la oposición, encima temen perder votos por xenofobia, racismo, insolidaridad y la tira de argumentos y demás bobadas. Puede, pero, por si acaso, tenían que haber tirado con bala ya. Dentro de poco, cuando las municipales, será como dispararle al aire.

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