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EL AULLIDO

El acordeonista de la calle Ancha

Publicado por
LUIS ARTIGUE
León

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ES RUSO Y TOCA siempre como si lo hiciera en la mansión del Zar, como si intentara derretir con melodías el Palacio de Invierno, la pasión, la música inmigrante de este artista con talento que, en la Calle Ancha, no pide sino que vende, y no vende tanto como nos da. Tiene veintiocho años y dos hijos como dos postales de la Tierra Prometida; dos hijos y una esposa que se quedaron allá - por ellos estoy aquí-, un hijo que se apresura a crecer y una hija con diabetes -no puedo ahora permitirme cambiar de repertorio porque a la gente de León le gusta lo que les suena. Así son más generosos¿ Sí, es que tengo que mandar dinero para las medicinas de mi niña- dice con la mirada perdida en la cerveza porque a Arty, se llama Arty, le apasiona hablar de música pero le entristece su biografía. Y es que en ella, en su biografía de exiliado, asoma el filo de una hija suya que murió, y del resto de la familia que le ha dado y le da impulso. Arty, aunque ahora parezca solitario, es un hombre familiar. Lleva ya mucho tiempo tocando en la calle y por eso sabe que una calle es el resumen del mundo. Por ejemplo desde hace cinco años que toca en la Calle Ancha. Le pone ritmo al día a día. Vive de su música agarrado al acordeón como un naufrago a una tabla. Toca. Siente cada nota porque esa calle es su auditorio y para él cada nota siempre cuenta -la música inesperada puede aliviar el peso de la vida de la gente-. Y es que Arty es un pequeño filósofo que habla mucho como buen solitario. Sí, supongo que tiene que ver con que los músicos tienen necesidad de que se les escuche. Oh, Arty habla y la luz de su talento le ilumina el rostro. Músico ambulante con corazón de nómada. Casi un Ulises soñando con traerse aquí a su familia. Efecto llamada. Efecto reencuentro. Efecto regreso a la unidad. Es un artista rubio con cara de borrachón y sonrisa desbordante que mira con la limpieza de un sacrificado espectador de su época. Su épica. Arty, como un bohemio no por elección sino porque no le queda más remedio, es un artista al límite rebosando dignidad. El habla de León con un amor contiguo al agradecimiento porque ha tocado ya en Rusia, Alemania, Bélgica y gran parte de España, pero ahora se siente a gusto en esta ciudad. Aquí toca y acepta el aprecio de la gente compasiva. Y ya tiene fans notables que le ayudan y sobre todo le alientan como Mario Amilivia, Javier García Prieto, Juan Lozano, Martínez Majo y otros. Muchos otros ciudadanos acaso un poco más anónimos pero de naturaleza igualmente sensible y compasiva. Sí, él toca en la Calle Ancha como un amante que sin palabras dijera que el amor es una forma de tocar. Siempre he pensado que León está lleno de poesía. Por ejemplo un poema diario es Arty abrazado a su acordeón como si fuera un amigo. Y sentado frente a la Calle de la vida, tocando con los ojos cerrados, así, mirando adentro para lanzar al aire piezas de Bach y Mozart, o tangos que son toda la Argentina, pasodobles, salmos himnos, folklore ruso y hasta leonés, también leonés, siempre leonés porque escucharle es viajar y soñar a cambio de unas monedas. Soñar con un mundo más justo. Muera la pobreza y viva la música. Siempre la música. Arty y su historia porque cada inmigrante no es un número sin cara sino más bien una historia aparentemente sensiblera pero, acaso, más bien desesperada, como digo. Una historia¿ Y suena su canción. Hay en la Calle Ancha un motivo para conmoverse, una invitación a la belleza y la fe en la vida ahora que la belleza y la fe en la vida son artículos de circulación restringida. Arty en la Calle Ancha. El mundo es de todos y nadie es ilegal. Un músico como una invitación a la calma y a la transparencia. Poesía de cada día dánosla hoy, oh señor, mas líbranos del mal de la intolerancia, la xenofobia y los discursos sobre la inmigración que anteponen el egoísmo a la humanidad y a la memoria,.. Amén.