Diario de León

CORNADA DE LOBO

Mujercitos ellos

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LO PEOR que puede ocurrirle a un niño es que quieran hacerle hombre adelantándose a las vísperas. El derecho a la infancia es una declaración universal que invocamos al ver criaturas por esos mundos de tercera arrastradas a la miseria sin escuelas, al laboreo sin paga o al arroyo del emputecimiento. Las niñas lo tienen peor; están obligadas a serlo o a parecer mujeres desde sus primeros balbuceos de imitación. A las niñas de antes les hicieron leer «Mujercitas» para ahormarlas a su destino y su infancia concluía mucho antes que en el gamberrete de pitillo furtivo; y a los diez años ya tenían que saber punto de colmenilla o zurzir los sietes del guerrero. A las niñas de hoy no les leen el tocho aquel, pero de mujercitas han de vestirse por expresa ley de escaparate. ¿Cuánta ropa hay en el armario de un renacuajo o una mariguindi?... Todo crío se pirra por parecer mayor. ¿Repara alguien en que les están robando la infancia para que vayan pareciéndose a nuestra mentira y adiestrándose en la pijez o en el adorno, teatro de la vida comprada donde todo lo que parece algo no suele serlo al final?... Hay ahora desfiles de moda infantil y hasta en las grandes pasarelas de foco internacional las top-jacas y maromos de fibra se hacen acompañar de niños como sus clones canijos y como objetivo a conquistar por la voraz industria del disfraz, la moda. ¿Por qué en las fotos de esos desfiles no les velan a esos niños los ojos o las bragas como vemos y se ordena en toda publicación o telebobada?... ¿Lo protestó alguna asociación o instancia vigilante?... Tiene hoy esta infancia nuestra mucha moda para el insti, mucho ropón para salir y grandísima bobada en carros para entrar en la carrera del despilfarro. Lo peor de ese empeño de hacer de las niñas mujercitas es la paridad de este tiempo: para mujercitos, ellos, los críos... Como cromos les gusta la cosa, estampados enteramente con marcas y alardes que empiezan por los pies con calzados de atraco y acaban en una cresta engrasada con cosméticas de pelajo que son también un robo al gusto. Misses de ocho años, moteros de diez, raperas de doce, pilinguis de trece, chulos, alonsos, firulís, madonnas, triunfadores de cuarta y media... No nos obedecen. Nos imitan.

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