Pedro Geijo Cuesta
Un siglo repleto de recuerdos Ayuntamiento
Este centenario, que se dedicó a la elaboración de mantas, todavía recuerda con cariño su época de mozo y las jotas, a la vez que se aferra, día a día, a la vida
Val de San Lorenzo vio crecer a Pedro, un centenario que cada día se aferra más a la vida porque como él mismo afirma «aquí se está muy bien». Y la salud le acompaña como su más fiel aliada ya que con un siglo a las espaldas, este maragato de cabo a rabo, puede presumir de una salud de hierro. Además de los años, su rostro y sus brillantes ojos azules relatan historias, vivencias y experiencias casi sin hablar. Pedro tuvo once hermanos, de los cuales, cuatro tuvieron que cruzar el charco y emigrar a Argentina. Él siguió en Val junto a su padre, al que ayudaba en las labores de labranza en el campo, hasta que cumplió 24 años y le dio el «Sí, quiero» a su esposa, que falleció con 64. Con emoción, el centenario recordó que la gente le decía que se había casado «con la mujer más guapa de todo el pueblo». Al hablar de la que fue la mujer de su vida se emocionó pero recuperó la sonrisa al rememorar su época de mozo: las canciones que cantaba cuando iba a arar o cuando bailaba jotas y «les levantaba el manteo a las mujeres para que se les vieran los blancos de la enagua» -sonríe de forma pícara-. Cuando se casó se convirtió en artesano; tenía un taller en el que fabricaba mantas y otras prendas de lana. Parece mentira que todavía recuerde las 30.000 pesetas que tuvo que pagar para adquirir un nuevo telar mecánico en Béjar para jubilar a la vieja máquina manual de madera. Mucha gente, de todos los lugares, como matizó, venían al taller a comprar mantas para el frío invierno. Sus palabras, calmadas, guardan un especial cariño a su padre. Tras un suspiro, Pedro señaló: «lamento no poder viajar a León, me lo conocía como el Val. Mi padre me llevaba todos los miércoles y los domingos a casa de Mazantines, un amigo suyo. Me acuerdo de cuando construyeron la plaza de toros y las vueltas que daba por la ciudad». Su padre, Demetrio, vivió 81 años y como relató «vivió siempre de maragato y cuando murió se le enterró de maragato también» Pedro goza de una excelente salud y el apetito lo mantiene como siempre, le da lo mismo, vino, agua, carne o pescado. Lo único que le entorpece es una pérdida en su capacidad auditiva y «los pies que no me hacen andar como antes» aunque para una ocasión especial, como su cumpleaños, con soltura caminó para posar en la foto con el bastón que Diario de León le regaló. La zona donde fue retratado junto a su familia fue el taller que le vio trabajar tantas horas y del que tantas mantas salieron. Aunque el cumpleaños de este centenario fue ayer y mucha de su familia se reunió para celebrarlo, el día clave fue el pasado 2 de septiembre cuando la familia al completo festejó los cien años de Pedro de forma especial. Además, Álvaro, Diego y el bebé que está por venir, sus biznietos, convirtieron la velada en una reunión muy emotiva entre generaciones. Fecha de nacimiento: 19 de septiembre de 1906. Lugar: Val de San Lorenzo. Residencia actual: Val de San Lorenzo. Familia: Tiene dos hijos (Consolación y Luis), cuatro nietos y dos biznietos