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Tiempo libre, tiempo de ocio: ¿cómo aprender a disfrutarlo?

En una reciente investigación se reflexiona sobre la importancia de saber utilizar ese periodo de inactividad laboral dedicado a pensar y a contribuir al bien común

Publicado por
T. Fernández - león
León

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La extensión del ocio es una de las realidades que domina las sociedades industrializadas, entendiendo por tal, el tiempo que le queda a la persona una vez deducido el empleado en el trabajo, en sus necesidades vitales y sociofamiliares. El ocio constituye un tiempo exclusivo para el ser humano, dentro de su tiempo libre, un tiempo para vivir con plenitud, para crear y para «crearse». Un tiempo de renovación de sí mismo, que le permite huir de automatismos y obligaciones. Un tiempo alejado del trabajo, de lo productivo. En la Grecia clásica, el ocio era más bien una actitud, un estado del individuo, por medio del cual se encontraba libre de la necesidad de estar ocupado y le era posible entregarse a la contemplación de la verdad, el bien y la belleza, aunque no se debe olvidar que para los griegos el trabajo no era un bien apreciado y se reservaba para los esclavos. Los romanos entendían el ocio de forma distinta, al considerarlo una consecuencia del trabajo. El cristianismo medieval concibe el ocio como una actitud contemplativa dirigida a la búsqueda de Dios y, desde el siglo XVI, comienza a ser visto como la génesis de todos los vicios. A partir de la Revolución Industrial y los avances del siglo XIX, así como la legislación laboral posterior hacen de nuevo posible el ocio como tiempo libre de trabajo estableciéndose el descanso dominical, los días festivos oficiales y religiosos, la reducción de la jornada laboral y los periodos de vacaciones. Saber disfrutar del tiempo libre En la actualidad, el ocio tiende a convertirse en universal y cada vez en más países los trabajadores disponen de días y semanas de trabajo cada vez más cortos, y de semanas e incluso meses de vacaciones. Sin embargo, al anticiparse las jubilaciones, muchas personas que han dedicado lo mejor de sus vidas a un fin productivo, comienzan a sentirse incómodas ante estas situaciones de inactividad y aparecen desequilibrios sociales, psicológicos y de salud. Ante esta situación, podemos preguntarnos si la población está preparada para asumir de manera creativa etapas de inactividad laboral. Es difícil disfrutar del ocio cuando para hacerlo «conviene», de forma inevitable, continuar haciendo cosas, poner la acción por encima del ser. El trabajador con un tiempo de ocio tiende a programarlo, a delimitarlo, para lograr así, una producción de felicidad, de goce. Porque, para holgar consumiendo, también se precisa de tiempo. El trabajador-consumidor vende su tiempo para comprar tiempo libre, que ocupa consumiendo bienes y servicios, lo que le obliga a trabajar cada vez más y a disponer de menos tiempo libre para poder adquirir a su vez lo que necesita en su tiempo de ocio y poder así disfrutarlo. La insatisfacción creciente está asegurada. Estos son algunos de los aspectos abordados en el libro «Educación para el ocio y el tiempo libre», editado por el Secretariado de Publicaciones de la Universidad de León, y cuyo autor, Miguel Ángel Carretero, reflexiona sobre la importancia de saber disfrutar de ese tiempo dedicado a pensar, a no despersonalizarse y a contribuir al bien común. En el texto se afirma que se debe partir del hecho de que la educación se alcanza mediante el ejercicio de los propios valores, es decir, de que hay que vivir los grandes principios de un ocio de calidad para poder alcanzar una preparación para este ocio de calidad. En este sentido, podrían considerarse cuatro grandes bloques de lo que podría ser una educación para el ocio. Un primer bloque referido al comportamiento físico de la persona, que contemple todo aquello que le ayude a mejorar y mantener su forma física. Un segundo bloque referido a su comportamiento cívico, en el que desarrolle sus capacidades en torno a la comunicación con los demás, como forma de enriquecimiento personal. Un tercer bloque que prepare para la creación y recreación referida a las artes (literatura, pintura, música). Finalmente, un cuatro bloque dedicado a la pretecnología, que permita a la persona resolver pequeños problemas gracias al desarrollo de sus habilidades motoras y que le aporten gratificación personal. Recursos sociales Ante una sociedad futura en la que el ser humano no precise más que una escasa parte de su tiempo para trabajar, es necesario plantear alternativas que le permitan afrontar su tiempo libre de manera enriquecedora. La publicación concluye con algunas sugerencias que pueden ser útiles para llenar el tiempo libre. Así, se informa sobre el acceso a los bienes culturales (teatros, museos, espectáculos o parques zoológicos), vacaciones, excursiones y visitas turísticas que ofrecen descuentos a jubilados. Ayuntamientos y Comunidades Autónomas ofrecen programas de mantenimiento físico y natación, cuyo carácter es de orientación y prevención de dolencias. Se incluyen, además, direcciones de Federaciones Nacionales de Deportes como las de actividades subacuáticas, ajedrez, atletismo, badminton, baloncesto, balonmano, bolos, colombofilia, gimnasia, golf, caza y pesca, petanca o tenis. También, información sobre grupos dedicados a disfrutar de aficiones como coleccionismo, artesanía, música, pintura, observación de la naturaleza o radioafición; sobre la participación en labores de voluntariado y sobre las asociaciones de jubilados en las que sus socios pueden expresar sus demandas con más fuerza y, por medio de la comunicación con las instituciones, elevar su calidad de vida.

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