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Publicado por
CARLOS G. REIGOSA
León

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AHORA que está en sus horas bajas, es el momento de volver los ojos sobre su trayectoria y no dejarse arrastrar por esa marea político-mediática que pretende ponerle un mustio y descalificador punto final a su brillante carrera. Es cierto que ya quedan lejos los aires frescos, dinámicos, ilusionantes y revitalizadores con los que entró en el 10 de Downing Street hace nueve años y medio. Pero el Partido Laborista le debe tres victorias electorales seguidas, algo que no había conseguido antes y que ha dado un testimonio irrebatible de la enorme aprobación que tuvo su política: esa famosa Tercera Vía que ponía el acento en lo social sin quebrar el espinazo del capitalismo como sistema imperante. Un Blair sin pelos en la lengua, excelente argumentador, apasionado dialéctico, que ha puesto su firma a una magnífica etapa de desarrollo del Reino Unido y que, por luchas internas en su partido, acaba de anunciar que dejará el poder antes de un año (tal vez en mayo próximo, cuando cumpla diez años como primer ministro). ¿Por qué se tiene que ir? Los que quieren aprovecharse de sus horas bajas lo acusan de estar debilitándose progresivamente en las encuestas a causa de la guerra de Irak, a la que se dejó arrastrar por el presidente Bush (algo que probablemente hubiera hecho cualquier otro primer ministro laborista o conservador por la «especial relación» que une a ambos países). Los sondeos lo sitúan cuatro puntos por debajo de su rival conservador, David Cameron, algo que ha alarmado a los laboristas. Lo malo es que su previsible heredero, Gordon Brown, canciller del Exchequer, está a ocho. El drama está servido. Un grupo de parlamentarios laboristas (17 firmaron la última carta pidiéndole que le pusiese fecha a su salida del Gobierno) quiere asegurarse una victoria futura sacrificando al que fue su caballo ganador en el pasado. Pero estos partidarios de Gordon Brown quizá deberían profundizar en el conocimiento de su propio partido antes de dar saltos en el trapecio. Porque, según una reciente encuesta, sólo un tercio de los laboristas quiere la retirada de Blair. Se avecina una batalla en el partido... Y el vencedor será probablemente, en el 2009, el conservador David Cameron.

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