Una conducta diferente

DICE un amigo que si las gentes rechazan a la Iglesia no es porque no la entiendan, sino porque saben bien lo que anuncia y propone. Y no le falta razón, porque ese tipo de rechazo tiene una larga historia. En el colegio no siempre es mal visto el alumno más canalla, sino el más responsable. En las comunidades no es más criticada la persona más holgazana, sino la más diligente. Hay personas que son odiadas, porque se lo han merecido a pulso. Han pasado la vida haciendo daño y luego se lamentan de encontrarse con los resultados. Pero hay otras muchas personas que no han hecho mal a nadie. Al contrario, se han desvivido por los demás, sean sus hijos, sus hermanos o sus vecinos. Y sólo reciben desaires y disgustos. El libro bíblico de la Sabiduría, que hoy se lee en nuestra liturgia, nos da una clave de interpretación que tiene una valía universal: «Acechemos al justo que nos resulta incómodo¿, es un reproche para nuestras ideas y sólo verlo da grima, lleva una vida distinta de los demás y su conducta es diferente» (Sab 2,17-20). Evidentemente, estas palabras son evocadas hoy para recordar cómo Jesús se prepara para afrontar su pasión y cómo la anuncia cuidadosamente a sus discípulos (Mc 9, 29-36). Él es en realidad el justo que resulta incómodo a los que lo ven. Es bien consciente de ello mientras va «subiendo hacia Jerusalén». Si Jesús habla de su muerte y resurrección no lo hace para ofrecer una mera instrucción. Quiere educar a sus discípulos para que entiendan la vida del Maestro como un misterio pascual, como una ofrenda de vida y de salvación. Y para que entiendan así sus propias vidas. Pero sus discípulos no entienden o no quieren entender el anuncio. Les da miedo preguntar. Más aún, mientras suben hacia Jerusalén, continúan discutiendo sobre prerrogativas y preeminencias. A cada uno de ellos le gustaría ser superior a los demás. Otro amigo dice que, mientras se está hundiendo el Titanic, muchos se quejan de que no han sacado brillo al pasamanos de la escalera del salón. Nuestro pecado es con frecuencia la «distracción». El Señor habla de su muerte y nosotros nos solemos distraer discutiendo sobre cargos, privilegios y pamplinas. «Quien quiera ser el primero sea el último de todos y el servidor de todos». Si el primer anuncio de la pasión, iba seguido por una exhortación a seguir a Jesús, el segundo anuncio continúa con esta reflexión sobre las prioridades. ¿ «El primero y el último». Nos llama la atención la frecuencia con la que aparece en el evangelio esta contraposición entre los primeros y los últimos. En sus páginas el criterio de la prioridad es distinto a los criterios habituales. La inversión de la escala revela la inversión de todos los valores. ¿ «El servidor de todos». El criterio de la prioridad es precisamente el servicio a los demás. Los que se prestan a servir a sus hermanos han de saber que serán criticados por muchos. Pero han de recordar que ése es el estilo mismo de Jesús. Y el reflejo de su entrega pascual en la vida diaria del discípulo. - Señor Jesús, agradecemos tu sacrificio por nosotros. Ayúdanos a aprender la lección de tu entrega y a llevar en el mundo ese estilo de vida y esa conducta diferente. Amén.