Diario de León

La técnica del «hindcasting» se utiliza para la medición de las interacciones entre las especies

Los fósiles ayudan a predecir el futuro comparando la evolución

Ayudan a calcular el impacto que tendrá el cambio climático en la biodiversidad

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M. García - león
León

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Un grupo de investigadores del (Consejo Superior de Inestigaciones Científicas) CSIC dirigido por el investigador Miguel Araújo está trabajando con fósiles de distintas especies para analizar el impacto que tendrá el cambio climático en la biodiversidad, según una información publicada por el Departamento de Comunicación del CSIC. Esta técnica, denominada «hindcasting», reconstruye cuál era la distribución de una especie determinada en el pasado a través de su registro fósil, y la compara con la distribución actual. De esta forma, se puede obtener información sobre el efecto que han tenido los cambios del clima sobre esa especie y, por tanto, lograr una referencia independiente que permita calcular cómo puede afectarle en el futuro el calentamiento global. Araújo, que trabaja en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), en Madrid, recoge este innovador modelo de medición de las interacciones entre las especies y el clima en un artículo que se publica en el último número de la revista Science. En su artículo analiza un estudio reciente que utiliza 16 modelos bioclimáticos para descifrar el efecto que tiene el clima en la biodiversidad. Los mejores modelos El resultado de esta investigación ha sido comprobar que los modelos que mejor reflejan la distribución actual de las especies son los más recientes y complejos, especialmente los basados en programas de inteligencia artificial y en el análisis de las especies en comunidades. No obstante, Araújo considera que la mayoría de estos modelos caen en el error de intentar hacer previsiones sobre el efecto del cambio climático utilizando tan solo la distribución actual de las especies. El investigador del CSIC lo resume así: «Los modelos sobre alteraciones globales hacen previsiones de eventos que todavía no han ocurrido utilizando sus propios datos, por lo que son imposibles de validar». Para sortear este inconveniente, los expertos proponen en su artículo dos alternativas: una, el «hindcasting», la otra, la evaluación de los modelos con distribuciones en otras regiones. En el primer caso, la investigación cuenta con el apoyo de lo ocurrido en el pasado, pero tiene el inconveniente de que sólo se puede aplicar a las especies que tienen un archivo fósil disponible. La segunda solución ha sido aplicada con éxito en el estudio de las plantas de los alpes austríacos, cuya distribución, relacionada con el clima de los alpes suizos, ha sido calculada por un grupo de científicos. Los modelos bioclimáticos surgen por la necesidad de anticiparse a los potenciales efectos del calentamiento global en la biodiversidad, algunos de los cuales se pueden producir a corto plazo. En el caso de la Península Ibérica, Araújo ve una amenaza clara, la reducción de las precipitaciones en los meses de invierno y primavera, que puede causar estragos entre los anfibios de la zona en los próximos 50 años. Para frenar esta situación, Araújo propone las siguientes herramientas: «Se debe minimizar la magnitud de las alteraciones globales usando los mecanismos definidos por el Protocolo de Kyoto, y además es necesario incorporar reglas en el planeamiento del territorio que tengan en cuenta las necesidades de las especies».

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